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Asesorías Filosóficas Personalizadas

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MAGIA






pesar de ser un arraigado lugar común, la magia tuvo escasa importancia en la antigüedad griega y romana, que sólo practicó la adivinación del oráculo (--> Oráculo). Aunque se trata de una dimensión espiritual muy antigua de la civilización babilónica, en la historia de Occidente sólo empezó a ser influyente durante los últimos siglos del Imperio romano, junto al estoicismo (-->), el neoplatonismo (-->), Giamblico y Proclo. Con la llegada del cristianismo y de las acusaciones de satanismo por parte de la Iglesia, la magia, muy mal tolerada por la cultura teológica quedó en desuso y sólo practicada en un ámbito estrictamente marcado por los límites entre ortodoxia y ciencia.

Durante el Renacimiento, el resurgir de una visión laica de la vida y de un interés hacia la naturaleza que todavía no conocía las reglas científicas hizo que la magia se convirtiera en una parte constitutiva del pensamiento filosófico. Resultaba difícil en esa época diferenciar la figura del filósofo o filósofa de la del mago o maga. Si algunos personajes se consideraron de la segunda categoría, fue sólo por convención: el suizo T. Paracelso (1493-1541), quien transformó la alquimia en <farmacología>; los italianos Fracastoro (1487-1533), Cardano (1501-1576) y Della Porta; el alemán Agrippa (1485-1533), cuya Filosofía oculta influyó a Bruno tanto como también lo hicieron las doctrinas neoplatónicas de Marsilio Ficino.

Todas las escuelas renacentistas de pensamiento se interesaron por las artes ocultasademás del neoplatónico Ficino, también quisieron ser magos los filósofos de tendencia naturalista Telesio y Campanella. Ni siquiera los científicos fueron inmunes a la nueva pasión: todos, Galileo inclusive, tan alejado en sus ideas del ocultismo, sabían utilizar las efemérides (el almanaque astrológico que permite precisar el horóscopo). Copérnico y el danés Tycho Brahe no encontraron ninguna contradicción insalvable entre astronomía y astrología, a la vez que Kepler, basándose en el resultado de los influjos astrales, se aventuró a profetizar una guerra contra los turcos en el año 1595.

El notable peso de estos intereses en la cultura del s. XVI no comportó ningún avance teórico en la magia, caracterizada (como la religión) por un intrínseco tradicionalismo: la fórmula de los hechizos era inmejorable y expresaba un saber definitivo e inmutable. Los conceptos fundamentales del pensamiento mágico del Renacimiento permanecieron iguales, pudiéndose resumir en las nociones de simpatía cósmica (-->) y de cualidades ocultas (propiedades de la materia que derivan de relaciones de forma y semejanza, y no de relaciones de cantidad estudiadas por la ciencia).

Entre las abundantes interpretaciones modernas destacan por su especial importancia estas dos:

  • J. G. frazer (El ramo de oro, 1911) sostiene que la magia constituye una pre—ciencia, un saber imperfecto todavía inmaduro.
  • C. Lévy Strauss (El pensamiento salvaje, 1962) sostiene en cambio que se trata de una forma independiente de conocimiento, diferente y no comparable con la ciencia, pero no por eso menos efectiva.



TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO