El arte combinatoria fue fruto del genio de Ramón Llull (1232-1315), teólogo, filósofo y misionero catalán y uno de los autores más prolíficos (y de difícil lectura) de la historia. Se le atribuyen casi tres centenares de obras escritas en latín o en catalán (unas diez obras escritas en árabe se perdieron a causa de un naufragio). El objetivo de su frenética actividad misionera no fue otro que el de la conversión de árabes y hebreos, por vía del convencimiento de la verdad superior del cristianismo. Particularmente del dogma trinitario, el mayor obstáculo teológico para la reunificación de las tres grandes religiones monoteístas.
En la España del s. XIII, la cultura árabe y la hebrea se hallaban en la cúspide de un brillante proceso de crecimiento a la par que convivían pacíficamente con el cristianismo en un clima de tolerancia recíproca (caso único en la historia). Llull era un sincero admirador de la cultura de los infieles y esperaba conseguir su conversión a través del convencimiento racional, demostrando con argumentos lógicos e irrefutables la superioridad de la verdad cristiana. El arte combinatoria elaborada por Llull era fruto de la unión de lógica, mnemónica, retórica y ciencia de la invención. Su objetivo era conseguir el correcto empleo de la inteligencia a través de aparatos lógicos, auténticas máquinas inferenciales capaces de demostrar la verdad o la falsedad de una aserción. Llull afirmaba que <la inteligencia exige imperiosamente una ciencia general aplicable a todos los conocimientos>, y es casi inevitable ver en él a un precursor de las modernas investigaciones de la inteligencia artificial (-->), entre otras razones porque el filósofo no se detuvo en las investigaciones teóricas, sino que se empleó con determinación y acierto en la construcción de máquinas combinatorias.
Su idea era disponer en un círculo los elementos fundamentales que forman una noción (por ejemplo, respecto a la idea de Dios, bondad, sabiduría, omnipotencia). Estas casillas conceptuales entran en relación entre sí a través de esquemas gráficos que pueden dibujarse en el centro de ruedas. Ya que todo razonamiento es una forma de relación entre nociones, resulta posible realizar una representación del conocimiento y de sus procedimientos según módulos geométricos. En la terminología moderna, el pensamiento de Llull consiste en una descripción topológica de las operaciones mentales en las cuales las relaciones entre las nociones que forman el discurso se expresan a través de relaciones de tipo espacial.
Estos diagramas deberían permitir el descubrimiento de las leyes del pensamiento asociativo. Llull, por ejemplo, demostró que en las ruedas dedicadas a problemas naturales prevalece siempre el esquema del cuadrado de los opuestos (-->): tierra y agua se oponen a aire y fuego; primavera y verano se oponen a otoño e invierno, y así sucesivamente.
De manera similar, la aplicación de las ruedas combinatorias en teología demostraría el dogma trinitario: el esquema más adecuado para relacionar los atributos de Dios (bondad, sabiduría y omnipotencia) es siempre <triangular>.