Ir al contenido principal

Asesorías Filosóficas Personalizadas

Mostrar más

HERMETISMO








Tras la caída de Constantinopla en manos turcas (1453) la masiva afluencia de sabios griegos a Italia dio un nuevo impulso a la búsqueda e investigación de antiguos manuscritos. Cosme el Viejo, de los Médicisfundador y gran mecenas de la Academia platónica florentina, envió a Grecia a varios emisarios con la orden expresa de rescatar la mayor cantidad posible de manuscritos. Entre el material recuperado causó gran sorpresa un conjunto de diecisiete tratados que, atribuidos a Hermes Trimegisto, recibió el nombre de Corpus hermeticum.

Que Marsilio Ficino abandonase la traducción de las obras de Platón para dedicarse exclusivamente a los tratados de Hermes Trimegisto constituye una buena muestra de la escala de valores vigente entre los miembros de la Academia. No había menor motivo para dudar de la autenticidad de dichos tratados, habida cuenta de que prestigiosas autoridades como san Agustín ya se habían expresado a favor tanto de la existencia como del valor de Hermes. San Agustín, en efecto, había leído la obra en el s. IV y, aunque condenara sus invitaciones a la práctica de la magia, reconoció que en ella <se habla de Dios conforme verdad> (De civitate Dei).

La realidad, que resultó ser bien otra, no fue desvelada hasta 1614 y gracias al filósofo Casaubon. A pesar del profundo orgullo que sentían por su ciencia filológica, los humanistas cayeron en uno de los mayores y mejor urdidos engaños de la historia del pensamiento: los autores de las obras herméticas fueron escritores desconocidos y de religión pagana. Probablemente se trataba de griegos que vivieron entre los ss. II y III d.C., y no en tiempos de Moisés (s. XIII a.C.), período en el que erróneamente se creía vivió Hermes Trimegisto. Con la intención de aumentar el prestigio de sus obras, dichos autores prefirieron firmarlas y atribuirlas a otros autores más antiguos. Algunos escogieron a Orfeo (--> Orfismo), el poeta tracio; otros, en cambio, a Hermes (nombre griego del mítico sabio egipcio Toth, de quien ya Platón había hablado).

Por otra parte, y a fin de que la falsificación no fuese descubierta, llegaron al extremo de modificar el texto original: les resultó así relativamente sencillo urdir una profecía sobre la llegada de Cristo, simplemente porque ésta ya se había producido. Por otra parte, ninguno de ellos era hostil o anteponía prejuicios al cristianismo, pese a ser todos paganos. En él veían una de tantas sectas mágicas irracionales procedentes de Oriente.

En tanto que producto de una sociedad cosmopolita y urbana como lo fue la del Imperio romano, el Corpus hermeticum se caracteriza por un marcado sincretismo; esto es, por la aceptación de principios originarios de distintas filosofías sin que el todo llegue a amalgamarse en una nueva doctrina orgánica. En él convergen doctrinas procedentes del neoplatonismo, del cristianismo, de la gnosis, del maniqueísmo de origen persa y de cultos egipcios y orientales (--> las diversas voces).

La incorporación de los tratados herméticos a la filosofía del Renacimiento fue una de las causas del prestigio que adquirieron la magia (-->), el ocultismo y la creación de una lengua sapiencial (-->). La importancia de estos elementos en la cultura del s. XVI d.C. es un descubrimiento de la crítica, gracias al trabajo de la investigadora inglesa F. A. Yates (G. Bruno y la cultura del Renacimiento, 1988).




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO