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DISPUTA ANTIGUOS/MODERNOS






Cuando se habla de la disputa de los antiguos y de los modernos se entiende, por lo común, aquel debate acalorado que se desarrolló a principios del s. XVII en torno a la imagen, a la función y a los objetivos de la ciencia. La revolución copernicana (-->), que, mermando el prestigio y la autoridad de los antiguos, tuvo un efecto liberatorio en todas las ciencias, contribuyó de forma decisiva a su nacimiento. Las consecuencias de la <disputa> fueron notables: la concepción renacentista del saber como restauración de la antigua norma clásica (una sabiduría perfecta y definitiva que, temporalmente, se perdió durante la Edad Media: Mito de los orígenes) fue suplantada por la del progreso (-->), que implica nuevas suposiciones.
  • La perfectibilidad del saber. Surgió la convicción de que el conocimiento es un proceso en continuo crecimiento que nunca fue ni podrá ser definitivo ni siquiera en un lejano futuro.
  • La necesidad, para que el ritmo del progreso se acelere, de una colaboración constructiva entre los científicos que se oponga, a través de una eficaz circulación de los conocimientos, a la tradicional gestión sacerdotal del saber (como instrumento de poder).
  • El vínculo entre ciencia y tecnología. Por primera vez en la historia surgió la idea de que el progreso científico estaba repleto de importantes mejoras en las condiciones tanto materiales como morales de la humanidad.

En la portada de El progreso del saber (1605), F. Bacon ilustró la nueva mentalidad recurriendo a una metáfora que tuvo gran éxito: los nuevos científicos son como niños con respecto a los grandes pensadores del pasado; sin embargo, gozan de una ventaja sustancial: la de encontrarse en los hombros de estos gigantes y, por tanto, más próximos a la verdad. De ahí que puedan beneficiarse de su experiencia (y de sus errores).

En un célebre pasaje del Novum Organum (1620), el mismo Bacon, aun manteniendo inmutable el tema central (la relación indisoluble entre saber y tiempo), invirtió los términos tradicionales: por <antigüedad>, afirmó, <debería entenderse la vejez del mundo, que debe atribuirse a nuestros tiempos y no a la juventud del mundo que se encontró entre los antiguos. Y lo mismo que de un hombre anciano puede esperarse un conocimiento mayor de las cosas humanas y un juicio más maduro que de un joven, así en nuestra edad (si se tuviese conocimiento de su fuerza y se quisiera experimentar y comprender) sería justo esperar cosas mucho más grandes que las de los tiempos antiguos, pues ésta es, para el mundo, la edad mayor, enriquecida por innumerables experiencias y observaciones>. La aceptación de estas tesis innovadoras subrayó la necesidad de un cambio del método científico. Se llegó a la conclusión de que, si los antiguos pensadores habían incurrido en errores, la causa no podía encontrarse en una escasa genialidad personal, sino en la ausencia de procedimientos válidos. Por lo que respecta al problema del método y de la enseñanza, que ya no podían concebirse como transmisión de un conocimiento cerrado sino que debían interpretarse como búsqueda innovadora, se desarrolló la reflexión de los principales filósofos de la época (además de Bacon, Galileo y Descartes).




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO