El término absoluto, que puede ser utilizado como adjetivo (Estado absoluto) y como sustantivo, deriva del participio pasado del latín absolvere: <deshacer de toda atadura, liberar de todo condicionamiento>. Indica, pues, lo que es originario, lo que no depende de nada y no tolera restricciones, lo que es libre e incondicionado, sin límites, infinito. En el lenguaje teológico designa un principio trascendente (--> Trascendencia) o, más simplemente, a Dios. Precisamente en este sentido fue introducido por primera vez por Nicolás de Cusa, quien en su Docta ignorancia (1440) argumentó que solamente Dios, en tanto que coincidencia de los opuestos (-->), tiene derecho a este título. De todas formas, fue durante el romanticismo alemán cuando el término alcanzó mayor fortuna (hasta el abuso y la inflación), indicando el fundamento de la realidad (su principio infinito). La doctrina de los tres principales filósofos del idealismo se suele diferenciar a tenor del significado que cada uno atribuye al absoluto.
- Fichte (1762-1814) concibió el absoluto como subjetividad y actividad. Es Yo puro, un principio espiritual, infinito e incondicionado, que subyace a toda realidad (en la segunda fase de su pensamiento y, volviendo a un planteamiento más tradicional, Fichte lo identificará con Dios). El absoluto se crea a sí mismo (en el complicado lenguaje fichteano: <El Yo se pone a sí mismo>) y crea a su opuesto, el no-Yo, lo no-espiritual, lo no-activo, lo no-subjetivo; es decir, la naturaleza, la realidad material y pasiva. Siendo fuente tanto de sí mismo como de todo lo que no lo es, el absoluto es una subjetividad infinita, una actividad dinámica y creadora encaminada a superar los obstáculos que ella misma se impone: el Yo -es decir, el espíritu humano- crea el no-Yo -es decir, la naturaleza- sólo para poderla superar y reafirmar su dominio sobre ella.
- Schelling (1775-1854) vio en el absoluto la unidad indiferenciada o identidad de naturaleza y espíritu. En la naturaleza material, que Fichte despreciaba como no-Yo, descubrió un valor fundamental, simétrico al espíritu pero igualmente necesario. Se puede llegar a la naturaleza partiendo del espíritu, pero se puede realizar también el proceso contrario: llegar al espíritu a partir de la naturaleza; lo que subyace en ambos, el principio indiferenciado (ni material ni espiritual en sí, sino potencialmente el uno y el otro), es el absoluto.
- Hegel criticó tanto la concepción del absoluto de Fichte (espiritualidad infinita que crea la naturaleza) como la de Schelling (identidad de espíritu y naturaleza), sugiriendo que el absoluto debe ser considerado como un resultado, como un proceso que se desarrolla en el tiempo, que no un ente o un concepto estático. El absoluto es la progresiva espiritualización de la materia, el gradual <hacerse espíritu> de la naturaleza, el lento pero constante acceder de la materia a niveles cada vez superiores de organización. Es un devenir metafísico (cuya regla de desarrollo viene dada por la dialéctica: -->) que Hegel describe perfectamente en su sistema (-->).
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO