1775 – 1854 d.C.
Friedrich
Wilhelm Joseph Schelling alcanzó pronto la madurez intelectual:
con apenas quince años comenzó a frecuentar el seminario teológico de Tubinga,
donde trabó amistad con Hegel (pese
a tener cinco años menos, Schelling
ejerció una importante influencia sobre aquél). La carrera académica de Schelling fue también rápida. Tras
estudiar matemáticas y ciencias en Leipzig y Dresde, se convirtió (1798) en
asistente de Fichte en Jena. Al año
siguiente obtuvo (a la edad de apenas veinticuatro años) la cátedra que dejó Fichte al abandonar Jena tras ser
acusado de ateísmo. En Jena y luego en Würzburg, Schelling vivió el período más feliz y fecundo de su vida. En esa
época escribió sus principales obras y estuvo en estrecho contacto con el ambiente intelectual romántico (Schlegel, Novalis, Tieck). La
publicación en 1807 de la Fenomenología
del Espíritu, por parte de Hegel,
cuyo prefacio contenía una dura crítica a la doctrina de Schelling, supuso la ruptura de la amistad entre ambos filósofos. Schelling tuvo que asistir con amargura
e impotencia al creciente éxito de su rival, y acabó cayendo en el olvido. En
1806, la ciudad de Würzburg quedó bajo el poder de un príncipe católico, y Schelling –que era protestante- tuvo
que abandonar su cátedra y la ciudad. En Mónaco, donde fue secretario de la
Academia de Bellas Artes, vivió un largo período de aislamiento y marginación
del debate cultural. En 1841, Schelling
fue invitado a suceder a Hegel
(quien llevaba diez años muerto) en la cátedra de filosofía de Berlín, y desde
ella intentó fomentar la creciente reacción antihegeliana, por entonces muy
activa en Alemania. Pero tampoco esta revancha del entonces anciano filósofo
tuvo el éxito esperado y pocos años después, en 1847, Schelling abandonó para siempre la enseñanza.
Obras: Ideas para una Filosofía de la Naturaleza
(1797); Sobre el Alma del Mundo
(1798); Sistema de Idealismo
Trascendental (1800); Bruno, o del
Principio Divino y Natural de las Cosas (1802); Investigaciones Filosóficas sobre la Esencia de la Libertad Humana
(1809).
151 La materia es
vida que duerme.
EL PROBLEMA: ¿Hay un principio
unitario que explique los fenómenos del espíritu y de la materia?
LA TESIS: Según Schelling, un mismo principio sustenta
las naturalezas inorgánica y orgánica. En efecto, y contrariamente a cuanto
afirmaba Descartes (véase 96), la materia no puede ser
definida en oposición al espíritu porque ella misma es, inconscientemente,
inteligente. Tanto es así, que la tecnología humana no ha llegado ni siquiera a
imitar los más simples mecanismos de la naturaleza, cuya complejidad racional
supera cualquier ciencia humana. Recuperando temas planteados por el
pensamiento mágico renacentista (véase
72), Schelling concluye que no hay
nada muerto en el Universo, que todo está concatenado con todo de tal modo que
forma un gran animal, un macrocosmos estructuralmente similar a un ser
humano. (De Ideas para una Filosofía
de la Naturaleza.)
Hay dos dimensiones
de la inteligencia, una consciente y otra inconsciente.
- Lo que
llamamos filosofía de la naturaleza es una ciencia necesaria en el sistema
del saber. La inteligencia es productiva de dos maneras: o bien ciega e
inconscientemente, o bien libre y conscientemente. Es inconscientemente
productiva en la intuición del mundo y, en cambio, es conscientemente
productiva en la creación de un mundo ideal.
Tanto la
inteligencia máxima (el genio) como la mínima (la
naturaleza) proceden por vías no conocidas.
- La filosofía
supera esta antítesis, en tanto establece que la actividad inconsciente es
originariamente idéntica a la consciente y brota de la misma raíz que
ésta; identidad de la que ofrece prueba directamente en la actividad, sin duda consciente e
inconsciente a un mismo tiempo, y que se manifiesta en las producciones
del genio, e indirectamente, fuera de la conciencia, en los
productos naturales, en tanto se
observa en ellos la más completa fusión de lo ideal con lo real.
La filosofía
intenta determinar el núcleo común a ambas formas de inteligencia.
- Puesto que la
filosofía identifica la actividad inconsciente –que puede llamarse también
real, y la consciente, ideal-, su tendencia será originariamente atribuir,
en todas partes, lo real a lo ideal. De ahí el nacimiento de la que se
denomina filosofía trascendental.
La naturaleza
ofrece infinitos ejemplos de inteligencia inconsciente.
- (Obsérvese) la
regularidad de todos los movimientos de la naturaleza. Por ejemplo, la
sublime simetría que ejecutan los cuerpos celestes. La naturaleza, allí
donde está abandonada por completo a sí misma, produce espontáneamente
formas regulares en cada paso del estado fluido al sólido; y en el reino
animal, ese producto de las ciegas fuerzas naturales, observamos el surgir
de actos que regularmente son comparables a los que se cumplen
conscientemente.
También la
naturaleza está determinada por una intrínseca actividad creadora.
- Todo esto se
explica por la existencia de una productividad inconsciente –aunque
originariamente afín a la consciente-, de la que percibimos su reflejo en
la naturaleza y que, desde el punto de vista del modo de ver natural, debe
aparecer como ese único e idéntico impulso ciego que permanece activo,
aunque en diferentes grados, desde la cristalización hasta el vértice de
la formación orgánica.
El finalismo domina
la naturaleza.
- Según esta
perspectiva, la naturaleza, no siendo más que el organismo visible de
nuestro intelecto, no puede producir sino lo que es conforme a reglas y
fines, y está obligada a producirlo.
La naturaleza (lo
real) es una prehistoria del espíritu (lo ideal). El espíritu es naturaleza
consciente de sí misma.
- Pero si la
naturaleza no puede producir sino aquello que es conforme a reglas, y si
lo produce necesariamente, se deduce que también en la naturaleza pensada
como autónoma y real y en la relación de sus fuerzas, el origen de tales
productos conforme a reglas y fines debe a su vez poderse demostrar como
necesario; y, por lo tanto, que lo ideal debe también surgir a su vez de
lo real, y ser explicado a partir de él.
152 La naturaleza lo
ignora, pero es inteligente.
EL PROBLEMA: ¿Qué distinción se
puede hacer entre materia y espíritu?
LA TESIS: La naturaleza,
incluso en sus aspectos más amorfos y materiales, es siempre inteligencia
inconsciente de sí misma. ¿Qué otra cosa, en efecto, sino un principio
espiritual, inmaterial e inteligente, puede hacer posible la regularidad y la
perfección de los fenómenos naturales? Basta con observar una simple gota de
agua para preguntarse qué fuerza intrínseca en la materia impele al agua a
asumir una perfecta forma circular. O bien, basta con analizar, según
parámetros de atracción y repulsión recíproca, los fenómenos de la química, del
magnetismo y de la electricidad, las grandes novedades científicas de
principios del s. XIX, que Schelling
interpreta a la luz de un pensamiento afín en muchos aspectos al pensamiento
mágico. En efecto, también la naturaleza, en tanto que Espíritu visible, tiene sus simpatías (véase 72); exactamente como el espíritu humano, que en verdad
podría considerarse una Naturaleza
invisible. (De Sistema de Idealismo
Trascendental.)
Incluso en sus
componentes amorfos y materiales, la naturaleza es un inmenso organismo
inteligente.
- Una teoría
perfecta de la naturaleza sería aquella para la cual la naturaleza entera
se resolviera en una inteligencia. Los inconscientes y muertos productos
de la naturaleza no son más que intentos fallidos de la naturaleza por
reflexionar sobre sí misma. La llamada naturaleza muerta es, sobre todo,
una inteligencia inmadura; por eso, ya en sus fenómenos traduce, incluso
en estado inconsciente, su carácter inteligente.
La razón humana es
el efecto final del proceso de materialización de la materia.
- La naturaleza
alcanza su más alta finalidad –llegar a ser enteramente objeto de sí
misma- gracias a su última y más alta reflexión, que no es otra cosa que
el hombre o, de un modo más general, lo que llamamos razón. De
tal manera que por primera vez se logra el completo retorno de la
naturaleza a sí misma, y resulta evidente que la naturaleza es originariamente
idéntica a lo que en nosotros se reconoce como principio consciente e
inteligente.
153 El arte es la
revelación filosófica en los objetos.
EL PROBLEMA: ¿Qué es el arte?
¿Qué diferencia hay entre arte y filosofía?
LA TESIS: Toda obra de arte
es tanto un objeto concreto como un producto del espíritu. De hecho, toda
creación artística presupone tanto la presencia del oficio –es decir, de una
eficaz capacidad de manipulación de lo real- como la inspiración –factor
totalmente inmaterial y espiritual-. Y mientras que el oficio se adquiere con
la experiencia, la inspiración es sugerida por el inconsciente y parece
provenir del exterior, de la naturaleza misma. En conclusión: el arte nace de
la perfecta confluencia de espíritu y materia, consciente e inconsciente, mente
y objeto. Por lo tanto, la intuición estética representa una forma de
conocimiento tan válida como la lógico-discursiva. Más aún: por su carácter
global y totalizante, el arte se acerca más a la verdad que la filosofía misma.
Mientras que en la filosofía el hombre alcanza la verdad mediante
la razón, creando o gozando del arte se le acerca con todo su ser. Por eso, el
arte es objetivo y goza de validez universal, de una capacidad de comunicación
superior a cualquier otro instrumento intelectual. (De Sistema de Idealismo Trascendental.)
Una teoría de la
creación artística debe determinar el punto de contacto entre espíritu y
naturaleza.
- La intuición
postulada debe abarcar aquello que existe separado del fenómeno de la
libertad y en la intuición del producto natural; esto es, la identidad del
consciente y del inconsciente en el Yo y la conciencia de esta actividad.
El producto de esta intuición limitará por un lado con el producto natural
y, por el otro, con el producto de la libertad, y deberá reunir en sí los
caracteres de ambos.
Sólo el arte, y no
la ciencia, puede ser genial.
- El producto
postulado no es otra cosa que el producto del genio; o bien,
puesto que el genio es sólo posible en el arte, el producto
artístico.
El impulso creador
es involuntario: no surge de una decisión consciente de la inteligencia.
- El hecho de
que cualquier producción estética esté basada en una antítesis de
actividad, se puede ya inferir con derecho de declararse los artistas
involuntariamente impelidos a la producción de sus obras:
produciéndolas, no hacen sino apagar el irresistible impulso de su
naturaleza.
El arte produce una
síntesis del sujeto (el artista) y del objeto (la obra).
- Como la
producción estética surge del sentimiento de una contradicción
aparentemente insoluble, así también ella, según confesión de todos los artistas y de todos cuantos participan de su entusiasmo,
culmina en el sentimiento de una infinita
armonía.
Esta síntesis se le
aparece al artista como un don. La inspiración parece provenir del
exterior.
- El hecho de
que este sentimiento que acompaña a la ejecución de la obra se produzca
junto a una conmoción, demuestra que el artista atribuye la resolución
de la contradicción que surge en su obra no sólo a sí mismo, sino a un
don espontáneo de su naturaleza.
El genio combina naturaleza e inteligencia.
- Si, además, el
arte es actuado por dos actividades totalmente distintas, el genio entonces no es ni una ni otra, sino lo que está por encima de ambas.
La dimensión
profesional del arte (el oficio) puede ser aprendida. La inspiración, en
cambio, es un don de la naturaleza.
- Si en una de
esas dos actividades –la consciente- hemos de buscar lo que comúnmente se
llama arte y que, sin embargo,
no es sino una parte de él (es decir, lo que en él es ejercitado con
conciencia, meditación y reflexión; lo que puede también enseñarse,
aprenderse y conseguirse por transmisión y ejercicio propio), debemos, por
el contrario, buscar en lo inconsciente –que entra también en el arte- lo
que en él no puede aprenderse ni conseguirse mediante el ejercicio ni de
ninguna otra manera. Y eso es lo que en una palabra podríamos denominar la
poesía del arte.
El arte produce
formas de espiritualidad concretadas en objetos. Es una filosofía de la
inteligencia inconsciente.
- Si la
intuición estética no es más que una intuición intelectual vuelta
objetiva, se entiende que el arte es el único órgano y documento verdadero
y eterno junto a la filosofía, el cual siempre una y otra vez atestigua lo
que la filosofía no puede representar externamente. Esto es, lo
inconsciente en su actuar y producir y su originaria identidad con lo
consciente.
El arte produce una
revelación filosófica de lo Absoluto.
- Precisamente
por esto, el arte es para el filósofo todo cuanto hay de más
alto, puesto que le abre el santuario donde arde en eterna unión, como en
una sola llama, lo que en la naturaleza y en la historia está separado y
lo que en la vida y en la acción y en el pensamiento debe escaparse a sí
mismo eternamente. Para el arte, la visión de la naturaleza que el filósofo se construye artificialmente es la visión originaria y
natural.
FILOSOFÍA DE LA
NATURALEZA
Es el intento de Schelling de explicar la naturaleza en tanto que inteligencia: es decir, demostrar que las leyes que la
gobiernan son fenómenos espirituales, hasta el punto que la naturaleza misma
puede ser reducida a espíritu. Dado que también se puede realizar la operación
contraria –es decir, reducir los fenómenos del espíritu a una dimensión
material-, Schelling postula la
existencia de un Absoluto, un
principio primero que no es ni espiritual ni material.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO