Tras la sistematización realizada por Aristóteles, la retórica (-->) dejó de ser desarrollada de forma creativa: durante más de dos mil años, las investigaciones en este ámbito se limitaron a la catalogación de todas las posibles figuras del discurso, clasificadas en los diccionarios de retórica bajo centenares de voces.
El objetivo de las figuras es otorgar al discurso un carácter inesperado, según un principio que la moderna <teoría de la información> formula de la siguiente manera: <Cuanto más viola un mensaje las normas de comunicación adquiridas (incluso permaneciendo comprensible), más atrae la atención del espectador; su sistema de expectativas debe ser turbado de alguna forma para que el acto informativo se realice plenamente>. Por tanto, la necesidad de sorprender al auditorio constituye el problema fundamental de cualquier retórica. En el pasado, esto generó formas grandilocuentes y ampulosas, pero la misma exigencia se encuentra en la base de las manipulaciones lingüísticas a las que la <publicidad> contemporánea somete tanto a la lengua como a la imagen.
Entre todas las figuras, destaca por su importancia la metáfora. Los antiguos la definían como analogía abreviada (similitudo brevis); de hecho, se obtiene sustituyendo una palabra con otra para sugerir una relación de similitud entre las dos realidades. Si, por ejemplo, se afirma: <la tarde de la vida>, se establece una relación entre la vejez y la vida, por un lado, y entre la tarde y el día, por otro. Como ocurre con el silogismo (-->), la metáfora esconde un término intermedio que, aunque no aparece en absoluto en la formulación de la frase, es fundamental para entender su significado. En la metáfora <Hércules es un león>, el término que no se ha expresado es <fuerte> o también <valiente>, <audaz>, <temerario>, etc. El lenguaje metafórico siempre implica cierto grado de ambigüedad y, por esta razón, por su capacidad de aludir a un mínimo denominador común entre dos objetos diferentes a partir de una condensación, es algo más que una figura del arte retórico. En su Retórica, Aristóteles afirmó que <aprendemos mediante metáforas, pues dan lugar a un conocimiento mediante el género>; es decir, desvelan lo que es similar entre dos palabras o dos cosas. En este sentido, la metáfora constituye uno de los procesos del pensamiento y está dotada de su propio valor cognoscitivo.
La <metonimia> es similar a la metáfora, pero en ésta, la <transferencia de significado entre dos términos> se realiza a partir de una contigüidad lógica, espacial, temporal o material existente entre ellos. Como todo el mundo sabe que al trabajar se suda, todo el mundo comprende el sentido de la frase metonímica <ganarse la vida con el sudor de la frente>. En este caso, el efecto (sudor) se intercambia con la causa (trabajo). En otros casos, en cambio, una relación metonímica puede sustituir el continente con el contenido; por ejemplo, cuando se invita a alguien a <tomar un vaso> o a <vestir Armani>.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO