Una de las cuestiones más importantes de todo el pensamiento filosófico (antiguo y moderno) es la respuesta a la pregunta <¿qué es?> (en griego tí esti). ¿Es posible, y a partir de qué condiciones, llegar a la definición (especificación de la esencia) de una cosa?
Desde un punto de vista histórico, fue Sócrates el primero que planteó el problema, convirtiéndolo en el objeto de su propio método de investigación (--> Mayéutica); sin embargo, lo desarrolló únicamente en relación con la definición de los valores morales (qué es la amistad, qué es la virtud...).
Platón planteó esta cuestión en términos más generales, pues observó que, si se examina el contenido de algunas palabras concretas (por ejemplo, <silla>), también surgen los mismos problemas que cuando se intenta especificar la naturaleza íntima de las ideas abstractas (amistad, virtud). Si se exceptúan los nombres propios de persona (Pedro, Juan...), que denotan una realidad individual e identificable, todo el lenguaje humano está constituido por sustantivos, conceptos que se remiten a clases de objetos cuya delimitación precisa es muy difícil. Por ejemplo, ¿qué es una silla? La respuesta es fácil desde una perspectiva intuitiva, lo que demuestra que, de alguna manera, la mente posee un código, un sistema para representar los conceptos (mecanismo que la tradición filosófica denomina categorización) a partir del cual ordenamos los innumerables objetos del mundo en clases, haciendo posibles el pensamiento, el lenguaje y la comunicación. Pero, por desgracia, no es posible observar directamente el funcionamiento de la psique; somos únicamente conscientes de los resultados que ésta alcanza, no de los procedimientos que utiliza. De hecho, si se intentan especificar claramente los criterios adoptados por la mente, planteando, de esta forma, la cuestión de una manera definitoria, surgen unas dificultades absolutamente insuperables.
Los dos filósofos más grandes de la antigüedad, Platón y Aristóteles, intentaron resolver el problema siguiendo dos vías que se explican brevemente a continuación.
- Platón imaginó que a cada clase de objetos (y a cada concepto presente en nuestra mente) le corresponde una <idea> perfecta y preexistente, y explicó el acto psicológico de la comprensión con el auxilio de un imponente aparato de teorías colaterales (el viaje del alma por el mundo hiperuránico: -->).
- Aristóteles se negó a admitir un mundo sobrenatural de las ideas para explicar el conocimiento humano y elaboró la doctrina de la sustancia, según la cual cada objeto puede ser definido a partir de un listado de propiedades individualmente necesarias y colectivamente suficientes: es decir, capaces por sí mismas de caracterizar su esencia. Se trata de un acercamiento caracterizado por una gran coherencia racional, cuyo prestigio, que se ha mantenido vigente durante dos milenios, depende del hecho de que se puede aplicar perfectamente al saber matemático-científico, en el que las nociones pueden (o, mejor dicho, deben) adoptarse sólo tras haberse realizado una meticulosa especificación. Por ejemplo, el concepto de <número par> puede definirse a partir de una única característica: <ser divisible entre dos>.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO