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AZAR





Tanto en el lenguaje común como en el filosófico, se dice que un hecho ocurre por azar cuando no es posible atribuirle una causa determinante, por lo que el hecho será contingente, aleatorio e impredecible. Hasta prácticamente nuestros días, la tendencia predominante entre los filósofos occidentales ha sido la de negar la existencia real de esta noción, planteando la hipotética existencia de causas ocultas (no conocidas o incluso incognoscibles) en el origen de cualquier hecho o evento: todo lo que aparece como azar no sería más que una laguna del conocimiento humano.

Las razones de esta negación son evidentes: admitir la casualidad como fundamento de la realidad hace imposible la ciencia y cualquier otro tipo de saber. En la Antigüedad, sólo Lucrecio y Epicuro afirmaron la doctrina contraria: dentro del marco de la teoría atomista, ambos refutaron el principio del determinismo (-->) y vieron en el origen de la formación de los cuerpos no un movimiento vertiginoso de los átomos (como sostenía Demócrito), sino el clinamen: esto es, una desviación casual, no predecible y no necesaria de los átomos en caída libre.

El interés en torno al concepto de azar no se produjo hasta la llegada del s. XX, y muy especialmente en los ámbitos biológico, físico y estético.
  • En las ciencias de la vida, la importancia de la casualidad se vio reforzada por el evolucionismo (-->) darvinista y por la genética: en contraposición a la tradicional concepción biológica finalista, se afirma que las mutaciones de las especies no se producen como consecuencia de un proyecto (cualquier planificación del desarrollo de origen más o menos divino), sino a partir de variaciones casuales e impredecibles del patrimonio genético.
  • En el ámbito de las ciencias de la naturaleza, el programa positivo-determinista entró en crisis en la segunda década del s. XX debido al descubrimiento del principio de indeterminación (-->) de Heisenberg y de la física cuántica (-->). Por primera vez en la historia de la ciencia, dichas teorías reconocieron el papel decisivo del azar y propusieron una interpretación de la interacción atómica (y por lo tanto de la noción de materia) tan distinta a la del pasado, que produjo una encarnizada oposición en el mundo científico. En cierta ocasión, Einstein expresó su desacuerdo con la cuántica afirmando: <Me resisto a pensar que Dios juegue a los dados>.
  • En el campo estético, la dimensión del azar fue aceptada por las corrientes vinculadas al irracionalismo contemporáneo, al experimentalismo y al cuestionamiento de los valores tradicionales del arte (futurismo, surrealismo, dadaísmo). Una obra construida según las impersonales leyes del azar niega más que ninguna otra el enorme valor atribuido tradicionalmente al arte entendido como la expresión de la espiritualidad del artista. La creación de obras literarias y pictóricas fundadas en el <principio de la casualidad> permite mostrar el rechazo de cualquier significado (del arte y de la vida) y provocar en el interlocutor una desorientación (extrañamiento) más valiosa por sí misma que cualquier doctrina.





TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO