Desde el punto de vista médico, el hermafroditismo (o androginia) es una patología caracterizada por la presencia simultánea en el mismo individuo de las gónadas de ambos sexos a causa de una diferenciación fisiológica incompleta. Para el mito y para el imaginario simbólico tanto occidental como oriental, la androginia es una hipotética y feliz condición sexual de tipo bipolar, símbolo de la plenitud del ser, de la perfección, otorgada por la presencia simultánea de dos elementos contrarios, y de la armonía que nace de su reequilibrio recíproco.
La androginia entró en la historia del pensamiento occidental mediante el mito de los hombres o mujeres esféricos, desarrollado por Platón en el Banquete para explicar la naturaleza de la atracción sexual. A través de una buena dosis de humorismo, el filósofo afirma que los hombres no poseen su actual forma corpórea desde siempre; nuestros antepasados más antiguos fueron plasmados por el demiurgo con forma esférica, sin que hubiese entre ellos una diferenciación de tipo sexual: cada individuo poseía dobles órganos según las tres posibilidades lógicas, es decir, macho-macho, macho-hembra y hembra-hembra. Los andróginos originarios, muy rápidos y ágiles (con cuatro piernas y cuatro brazos), se desplazaban rodando; orgullosos hasta la soberbia de su perfección esférica y de su estado de plenitud sexual, fueron aborrecidos por la divinidad, que los castigó dividiéndolos en macho y hembra. Platón advierte además del peligro de que la soberbia de los hombres contemporáneos empuje a Zeus a realizar otra división punitiva, que reduciría la especie humana a la condición de seres con una sola pierna y un solo brazo.
El mito surge como explicación de la naturaleza de la atracción erótica, que de esta forma se puede interpretar como una inconsciente nostalgia de la antigua plenitud. Asimismo, explica la diversidad de las preferencias sexuales: quienes están atraídos por individuos de su mismo sexo procederían de una escisión macho-macho o hembra-hembra, mientras que quienes practican el amor heterosexual descenderían de un antepasado bisexuado. Finalmente, explica cómo el dualismo sexual es fruto de la decadencia. Sólo el hombre o mujer originario, el andrógino, era verdadero y completo: no le faltaba nada y, por tanto, nada podía atraerlo o seducirlo. Por el contrario, ahora, únicamente en el coito el hombre o mujer vuelve a adquirir, de alguna forma, la originaria esfericidad. Platón concluye que, en este sentido, el hombre o mujer actual, sexualmente connotado, es sólo el símbolo (-->) de un hombre o mujer: literalmente, en el significado griego de la palabra, un hombre o mujer a medias.
El mito del andrógino sirvió a Platón para explicar el sentido oscuro y doloroso de una ausencia que caracteriza todo sentimiento amoroso. Tal como sugiere otro mito del Banquete, el dios Eros es hijo de la diosa Penia (pobreza) y del dios Poro (necesidad): de hecho, el amor es <pobre, no hermoso y delicado como muchos creen, sino duro, miserable, descalzo, peregrino, acostumbrado a dormir desnudo por el suelo, al sereno en los umbrales de las casas; pero el amor también es sagaz, y por ello capaz de las astucias más refinadas para lograr sus conquistas>.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO