En el Banquete, Platón afirma que, entre todas las formas en que se manifiesta el amor, es posible hallar un esquema jerárquico, una escala caracterizada por los siguientes niveles:
- en el plano más bajo se encuentra el instinto erótico en su forma más primitiva y biológica: <el amor por los cuerpos>;
- el estadio siguiente está constituido por el enamoramiento, <el amor por un solo cuerpo>, que nace de la contemplación de la belleza física de la persona amada aunque, en los espíritus más perfectos, evoluciona de forma progresiva hasta la valorización de las cualidades típicamente espirituales de la pareja;
- el último estadio es el del amor puro, es decir, depurado de toda clase de sexualidad. Quien experimenta este sentimiento se dirige en primer lugar hacia las cualidades espirituales en sí mismas (amor por el valor, por la virtud) y, finalmente, hacia la sabiduría en sí misma, desarrollando así la verdadera filosofía (que literalmente significa <amor por la sabiduría>).
A menudo, en la historia del pensamiento la doctrina de la escala erótica ha sido objeto de una simplificación que la ha reducido a una banal oposición entre amor vulgar (carnal) y amor celeste (asexuado, espiritual, <platónico>), de la que se ha determinado una condena de la dimensión erótico-sexual. En realidad, puesto que el discurso de Platón es más complejo, son necesarias algunas aclaraciones.
- Es cierto que el filósofo no debe detenerse en los peldaños más bajos de la escala amorosa, sino elevar su pasión hasta un nivel intelectual; sin embargo, también la atracción erótica posee una función positiva, puesto que es el inicio de todo el proceso (de hecho, la metáfora de la escala remite tanto a la noción de jerarquía como de unión). Por otra parte, en los diálogos platónicos está presente una valorización explícita de esta dimensión <inferior> de la pasión, aceptada con una naturalidad que, después de la experiencia del cristianismo, será del todo irrecuperable. Por ejemplo: en el Banquete no se oculta el sentimiento amoroso que vincula a Sócrates con Alcibíades.
- A diferencia de lo que representa para nosotros hoy día, para Platón (al igual que para los griegos), el eros (-->) no consistía en una dimensión psicológica individual (un sentimiento), sino en una fuerza cósmica con la que el hombre interactúa: puede negarla, dominarla o ser dominado por ella. Se trata esencialmente de un deseo de belleza y desempeña una función decisiva en el conjunto del sistema platónico: es la energía que mueve el alma en su ascensión hacia el mundo de las ideas. Por esta razón, según Platón, el amor en su forma más alta es una manía, una forma de entusiasmo (-->) que desemboca en una posesión similar al éxtasis (-->).
- La belleza, al ser el fin y el objeto del amor, siempre es anuncio del bien: incluso cuando se expresa mediante los cuerpos y suscita una pasión puramente erótica, contiene siempre un impulso hacia algo superior. En el acto mismo de la cópula sexual es posible entrever tanto un deseo de inmortalidad (la procreación de un nuevo ser expresa el impulso del alma hacia la eternidad) como la nostalgia de la condición de originaria perfección del andrógino (-->).
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO