En la Introducción al psicoanálisis (1915), Freud señaló dos aspectos esenciales de su noción del inconsciente : el inconsciente no es una parte accesoria de la psique, sino su dimensión constante y determinante (<Los procesos psíquicos son en sí mismos inconscientes y los conscientes son tan sólo actos aislados, fracciones de la vida psíquica total>); los contenidos del inconsciente están formados por emociones sexuales , tanto en el sentido más restringido como en el más amplio de la palabra ( libido ), que actúan como causas determinantes de las enfermedades nerviosas. Sobre esta base, Freud construyó una descripción del aparato mental (la organización interior de la psique) y lo consideró integrado por tres sistemas: el inconsciente o Ello ( --> ), la zona de la conciencia consciente o Yo , el Super-Yo , la interiorización de las prohibiciones paternas, comúnmente llamado < voz de la conciencia >. Cada una de estas partes ejerce una función
En el ámbito teológico se denomina trascendente a un ser situado fuera del mundo y de todas las cosas, más allá de los límites del conocimiento humano, más allá de la finitud y de la experiencia del hombre. Por contraposición, se denomina inmanente a cualquier realidad que no supera los límites del sujeto humano y, por tanto, se puede explicar a partir de la experiencia terrenal. Estos dos términos se emplean generalmente para distinguir dos concepciones del mundo diferentes. Todas las formas de panteísmo y animismo , como la religión mitológica griega (que considera a los dioses como un componente de la realidad natural) son inmanentes . Por el contrario, la noción de trascendencia ocupó una posición central en la especulación cristiana sobre Dios , con algunas variantes significativas que cabe tener en consideración: La escolástica nunca radicalizó la idea de trascendencia divina hasta convertirla en un elemento de separación irremediable entre hombre y Dio