En la teoría del psicoanálisis freudiano, el inconsciente (-->) tiende a imponer a la persona sus propios contenidos, pero sólo puede hacerlo de manera desviada, parcial y oculta. Entre los mecanismos que controlan esta delicada relación entre la conciencia y las pulsiones instintivas, reviste una especial importancia filosófica la sublimación, considerada por Freud el factor clave de la creatividad tanto estética como científica. La sublimación consiste, en efecto, en un desplazamiento de las pulsiones sexuales y agresivas hacia metas no sexuales y no agresivas como, por ejemplo, la actividad artística o el éxito profesional. La energía instintiva se desvía de este modo hacia metas psíquicamente afines, pero no reprobables desde el punto de vista social. El artista, según la descripción de Freud, <es en general un ser introvertido, no muy alejado de la neurosis. Experimenta unas necesidades instintivas muy fuertes, quisiera conquistar honor, poder, riqueza, gloria y el amor de las mujeres; pero le faltan los medios para alcanzar estas satisfacciones>. El arte se convierte, por lo tanto, en una forma de compensación al límite de la patología: <El mecanismo de la creación poética es el mismo que el de las fantasías histéricas>, afirmó Freud ya en un temprano 1897. La única diferencia entre los síntomas de una neurosis y una expresión artística reside en la capacidad de esta última para manifestarse mediante formas socialmente útiles y aceptadas.
Esta explicación freudiana de la creatividad artística revela la influencia de Schopenhauer tanto cuando subraya la estrecha relación entre el arte y la enfermedad (Freud llegó al extremo de negarle un tratamiento al músico Gustav Mahler para no perjudicar su creatividad) como cuando insiste en la sexualidad (sublimada) como único motor profundo del impulso creador (intuición ya presente en El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer).
En Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910), Freud desarrolló el más amplio intento de aplicar a las artes visuales la teoría de la sublimación creativa. En el margen de uno de sus cuadernos, Leonardo da Vinci narra un sueño que tuvo, según él, cuando era todavía un bebé: mientras dormía, un pájaro (un milano) voló hasta su cuna y empezó a batir rítmicamente la cola sobre su boca. Freud descubrió referencias a este sueño infantil en algunas composiciones pictóricas del artista florentino (en particular, santa Ana con la Virgen). El carácter extraño y las veladas alusiones de tipo sexual presentes en esta fantasía lo indujeron a ahondar en la biografía del artista, y eso le permitió descubrir que Leonardo había tenido una infancia especialmente atormentada: era hijo ilegítimo y fue abandonado por su padre, vivió sus primeros tres años con la madre Caterina y posteriormente en casa de su abuelo paterno, atendido por una joven y afectuosa madrastra (donna Albiera) y por su abuela paterna. Esta infancia problemática debió sin duda dar lugar más adelante a la patología creativa (una <neurosis artística>), responsable en último extremo de la producción de Leonardo.