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Asesorías Filosóficas Personalizadas

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HOBBES


1588 – 1679 d.C.




La vida del filósofo inglés Thomas Hobbes fue ejemplar por su coherencia. Desde la infancia mostró una fuerte predilección por los estudios clásicos, tanto que con sólo quince años tradujo del griego al latín la Medea de Eurípides. Acabados sus estudios en Oxford, trabajó como preceptor de varias familias nobles, en compañía de las cuales realizó numerosos viajes por Europa. En Italia tuvo ocasión de encontrar a Galileo, y en Francia estuvo en contacto con los círculos cartesianos. Como preceptor de Carlos de Estuardo, en 1640 se fue con la corte al exilio de París, durante la dictadura de Cromwell; tras el regreso al trono de los Estuardo, su fidelidad a la corona fue premiada con una pensión que garantizó al filósofo la independencia financiera. Vivió hasta la edad de noventa y dos años.

La fama de Hobbes va ligada sobre todo al Leviatán, el texto en que expresó con máxima claridad las doctrinas del mecanicismo científico y del  absolutismo político. Su vida se vio condicionada por esta obra, porque la audacia de las tesis sostenidas provocó sospechas de herejía; el intento de fundar la autoridad del Estado sobre una base exclusivamente racional fue también interpretado como una invitación al ateísmo. Además, por haber aplicado por primera vez los principios del mecanicismo a las funciones mentales, reduciendo el pensamiento a operaciones aritméticas de adición y sustracción, hoy se considera a Hobbes el lejano precursor de la actual cibernética, la ciencia que controla las máquinas inteligentes por medio del cálculo matemático.

Obras: Objeciones a las Meditaciones Metafísicas de Descartes (1641); Del Ciudadano (De Cive; 1642); Leviatán (1651); Del Cuerpo (De Corpore; 1655); Del Hombre (De Homine; 1658); Diálogo entre un Filósofo y un Estudiante del Derecho Consuetudinario Inglés (1666).

98 El hombre no es un animal social.

EL PROBLEMA: ¿Los hombres se agregan en sociedades instintivamente o por necesidad? ¿Se puede comparar la sociedad humana con las creadas por los animales políticos (abejas y hormigas)?
LA TESIS: En conflicto con la tradicional tesis aristotélica que veía en la sociedad el producto de un instinto primordial, Hobbes sostiene que, a diferencia de los animales, en el género humano no existe ninguna sociabilidad instintiva. Entre los individuos no existe un amor natural, si no sólo una explosiva mezcla de temor y de necesidad recíproca que, de no ser por la regulación del Estado, daría origen a una incontrolable serie de violencias y atropellos. Justamente porque el contrato que funda toda sociedad humana tiene carácter artificial, es necesario que el Estado sea absoluto, soberano y potente, así como capaz de suprimir cualquier intento de imposición del interés personal. Los hombres sólo podrán abolir cualquier forma de antagonismo recíproco (que, según Hobbes, sería predominante si los súbditos se transformasen en ciudadanos y adquiriesen el derecho a juzgar la cosa pública) reconociéndose como súbditos de una autoridad externa: el Estado (Del Leviatán.)

El hombre no es un animal naturalmente social.

  • Es verdad que algunas criaturas vivas, como las abejas y las hormigas, viven en sociedad (y son por ello enumeradas por Aristóteles entre las criaturas políticas); y, sin embargo, no tienen otra dirección que sus juicios y apetitos concretos, y no poseen la palabra con la que la una pueda significar a la otra qué piensa que podría ser ventajoso para el beneficio común. Por eso, quizá algunos quieran saber por qué el género humano no puede hacer lo mismo. Respondo.
Sólo la sociedad humana conoce la guerra…

  • Primero, porque los hombres están continuamente en competición por el honor y por la dignidad, lo que no sucede entre estas criaturas. En consecuencia, entre los hombres surgen, sobre esos fundamentos, la envidia y el odio y, en fin, la guerra; entre aquéllas, en cambio, no es así.
… distingue entre interés público y privado.

  • Segundo, porque entre estas criaturas el bien común no difiere del privado, y siendo ellas por naturaleza propensas a su bien privado, procuran con éste el beneficio común. Pero el gozo del hombre consiste en compararse con los otros hombres…
La razón implica valoraciones y crítica.

  • Tercero, porque estas criaturas, no teniendo (como el hombre) el uso de la razón, no ven ni creen ver culpa alguna en la administración de sus asuntos comunes, mientras que entre los hombres hay muchísimos que piensan que son más sabios y más capaces de gobernar la cosa pública que los otros; éstos se esfuerzan en reformar y en renovar, algunos de un modo, otros de otro, y llevan a la división y a la guerra civil.
Sólo el lenguaje humano hace posible la mentira.

  • Cuarto, porque estas criaturas, si bien tienen de algún modo el uso de la voz para darse a conocer la una a la otra los propios deseos y aficiones, están faltas sin embargo de aquel arte de la palabra por el cual algunos hombres pueden representar a los otros lo que es bueno bajo el aspecto del mal y lo que es malo bajo el aspecto del bien, y aumentar o disminuir la aparente grandeza del bien y del mal, dejando insatisfechos a los hombres y turbando su paz según su voluntad.
La agresividad humana no depende de condiciones materiales.

  • Quinto, porque las criaturas irracionales no pueden distinguir entre injuria y daño; por eso, mientras se encuentran a su gusto, no se sienten ofendidas por sus compañeras, mientras que el hombre es más turbulento cuanto más se encuentra a su gusto; es entonces, de hecho, cuando más desea mostrar su sabiduría y censurar las acciones de quienes gobiernan el Estado.
El pacto que funda la sociedad humana es artificial.

  • En fin, porque el acuerdo entre estas criaturas es natural, mientras que el que existe entre los hombres es sólo por pacto y es artificial. No es extraño, pues, que (además del pacto) se requiera algo más para hacer que su acuerdo sea constante y duradero; es decir: un poder común que los sujete y refrene y que dirija sus acciones hacia el beneficio común.

CONTRATO SOCIAL

Teoría por la que la constitución de los hombres en sociedad no fue un suceso natural o instintivo, sino el fruto de un pacto: un contrato originario que puso fin al estado de naturaleza. En el s. XVII, la teoría contractualista fue adoptada tanto por las filosofías políticas favorables al absolutismo (Hobbes), como por las favorables al liberalismo (Locke).

ABSOLUTISMO

Teoría política elaborada por Hobbes en oposición a la liberal y democrática. Los principios del absolutismo son: 1) La indivisibilidad del poder soberano, que debe desembocar en una sola institución, ya sea un hombre o una asamblea; 2) El deber de obediencia de los súbditos; 3) La superioridad del Estado sobre la ley: el soberano no está vinculado por ningún contrato social a sus súbditos, los cuales, en cambio, estipulan entre ellos un contrato negativo, privándose de toda libertad personal; 4) La prohibición del tiranicidio y de toda rebelión, incluso cuando el soberano actúe en contra de los intereses de los súbditos; 5) La fusión de la autoridad política con la religiosa.

GUERRA DE TODOS CONTRA TODOS

Según Hobbes, la inevitable condición del hombre en el estado de naturaleza es aquella en la que cada individuo, no vinculado por la ley ni por un poder supremo, se vuelve lobo para los otros. Según los principios del absolutismo, sólo se puede salir de tal situación (en la que la seguridad personal está perennemente bajo riesgo) mediante un contrato social entre los súbditos que delegue todo el poder en un soberano, para siempre e irrevocablemente.


99 El Estado soberano es un Dios mortal.

EL PROBLEMA: ¿Dentro de qué límites puede ejercer su libertad el individuo? ¿Hasta dónde puede ejercer la fuerza el Estado para imponer el respeto a la ley?
LA TESIS: El hombre no es, como sostuvo Aristóteles, un animal naturalmente social (como la abeja o la hormiga, véase 98): observa la ley y respeta la seguridad de los otros sólo cuando está atemorizado por la fuerza que el Estado ejerce. En consecuencia, cuanto más fuerte sea el Estado, menores serán las transgresiones. Hobbes fue el teórico del absolutismo político: consideraba al Estado como una entidad digna de veneración, como un Dios mortal apenas inferior al Dios inmortal; como un Leviatán, el invencible monstruo descrito en la Biblia (Libro de Job). El fragmento que sigue, como el posterior, también pertenece al Leviatán.

El contrato social prevé la renuncia a la libertad individual.

  • La única vía para erigir un poder común capaz de defender los hombres de la agresión extranjera y de las injurias recíprocas, y capaz con ello de preservarles de tal modo que con la propia industria y con los frutos de la tierra puedan nutrirse y vivir satisfechos, es la de conferir todos sus poderes y toda su fuerza a un hombre o a una asamblea de hombres que pueda reducir todas sus voluntades, por medio de la pluralidad de las voces, a una voluntad única.
Un Estado nace cuando todos los individuos se reconocen en uno sólo y le obedecen.

  • Esto significa designar un hombre o una asamblea de hombres que sostenga la parte de cada persona, y que cada uno acepte y se reconozca a sí mismo como autor de todo lo que quien sostiene la parte de su persona hará o será causa en las cosas que conciernen a la paz y a la seguridad comunes, sometiendo así toda voluntad suya a la voluntad de él, y cada juicio suyo al juicio de él.
La renuncia a la libertad debe ser recíproca.

  • Esto es más que el consenso y que la concordia; es una unidad real de todos ellos en una sola y misma persona, realizada con el pacto de cada hombre con cada otro, de tal manera que cada hombre diría a cada otro: yo autorizo y cedo mi derecho de gobernarme a mí mismo a este hombre, o a esta asamblea de hombres, con esta condición: que tú le cedas tu derecho y autorices todas sus acciones del mismo modo.
Ya que el Estado realiza la voluntad de todos, debe ser venerado.

  • Hecho esto, la multitud así unida en una persona recibe el nombre de Estado (civitas, en latín). Ésta es la generación de aquel gran Leviatán o más bien (para hablar con mayor reverencia) de aquel Dios mortal al que todos nosotros debemos nuestra paz y nuestra defensa, por debajo del Dios inmortal.
El Estado impone el respeto a la ley sólo mediante la fuerza y el terror.

  • En efecto, por medio de esta autoridad entregada al Estado por cada particular, es tanta la potencia y tanta la fuerza que le han sido conferidas y de que tiene uso, que con el terror de éstas es capaz de modelar las voluntades de todos en la paz interna y en la ayuda recíproca contra los enemigos externos.
Definición de Estado y de soberanía.

  • En esto consiste la esencia del Estado, que (si se quiere definir) es una persona de cuyos actos cada miembro de una gran multitud, con pactos recíprocos el uno con relación al otro y viceversa, se ha hecho autor, con el fin de que ella pueda usar la fuerza y los medios de todos como piense que sea ventajoso para la paz y la defensa común. Quien administra la parte de esta persona recibe el nombre de soberano, y de él se dice que ostenta el poder soberano; cualquier otro es súbdito suyo.
Incluso siendo voluntario, el pacto que instituye la soberanía del Estado es irrevocable.

  • Se consigue este poder soberano de dos modos. El primero viene dado por la fuerza natural, como cuando un hombre hace que sus hijos y los hijos de sus hijos se sometan a su gobierno, en tanto que es capaz de destruirlos si se resisten; o como cuando somete a sus enemigos a su voluntad mediante la guerra, dándoles la vida con esa condición. Se obtiene del otro modo cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí para someterse voluntariamente a algún hombre o a alguna asamblea de hombres, confiando en ser así protegidos de todos los demás. Este último modo puede ser llamado Estado político o Estado por institución, siendo el anterior un Estado por adquisición.

ESTADO DE NATURALEZA

Indica, en las teorías políticas de los ss. XVII y XVIII, la condición de los hombres antes de estipular cualquier contrato social; en ella, los individuos vivían aislados unos de otros y sin ninguna organización estatal. Se trata, obviamente, de una condición hipotética y no de una fase histórica precisa, pues un semejante aislamiento de los individuos pondría en crisis la misma continuidad de la especie. Según Hobbes, tal estado de naturaleza estaría dominado por la guerra de todos contra todos; según Locke, en cambio, estaría regulado por el principio de reciprocidad, por el que se evitaría la violencia para no recibir violencia.


100 Hombre = animal + racional.

EL PROBLEMA: ¿Cómo se forman los pensamientos? ¿Qué distingue el razonamiento de las otras formas de pensamiento?
LA TESIS: Los actuales programadores de inteligencia artificial consideran a Hobbes como su lejano predecesor. En efecto, el filósofo inglés intentó por primera vez en la historia reducir las operaciones mentales a puro cálculo aritmético. Todo el mundo del pensamiento y del lenguaje puede describirse mediante operaciones de composición y descomposición de palabras y signos: dos términos se suman en una afirmación y se sustraen en la negación; cuanto más afirmaciones se suman en una deducción, más deducciones encadenadas entre sí formarán la demostración. Así, razonar no es más que computar: es decir, sustraer, sumar, calcular.

Cada operación mental es reducible a una aritmética de signos.

  • Cuando se razona, no se hace más que concebir una suma total a partir de la adición de partículas, o concebir un resto a partir de la sustracción de una suma respecto a otra; esto (si se hace mediante vocablos) es concebir la consecuencia de los nombres de todas las partes con el nombre de la totalidad, o de los nombres de la totalidad y de una parte con el nombre de la otra parte.
Todas las formas del saber, en especial las ciencias físicas, se basan en el cálculo.

  • Estas operaciones no se hallan sólo en los números, sino también en todas las especies de cosas que se pueden sumar juntas la una con la otra y restar la una de la otra. En efecto, tal como los aritméticos enseñan a sumar y sustraer en el campo de los números, así los geómetras enseñan las mismas cosas en el campo de las líneas, de las figuras (sólidas y superficiales), de los ángulos, de las proporciones, de los tiempos, de las unidades de velocidad, fuerza, potencia y similares.
También la lógica puede describirse como el cálculo de las proposiciones.

  • Las mismas cosas enseñan los lógicos en el campo de las consecuencias de los vocablos, sumando dos nombres entre sí para hacer una afirmación, dos afirmaciones para hacer un silogismo, varios silogismos para hacer una demostración; y de la suma sustraen una proposición para encontrar la otra.
La matemática es capaz de describir las ciencias humanas.

  • Los escritores de política suman los pactos entre sí para encontrar los deberes de los hombres, y los juristas suman las leyes y los hechos para encontrar lo que es correcto y lo que es incorrecto en las acciones de los particulares. En suma, en cualquier materia en la que hay espacio para la suma y la sustracción, hay también lugar para la razón; y donde éstas no encuentran lugar, la razón no tiene nada que hacer.




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO