1818 – 1863 d.C.
Einrich Karl Marx nació en Tréveris, Alemania. Sus padres, de
origen judío, habían renunciado a la religión a causa de las leyes antisemitas
entonces vigentes en el Palatinado. Tras graduarse en la Universidad de Berlín,
se empleó como periodista y pronto llegó a ser redactor de la <Rheinische Zeitung> (<Gaceta de Renania>).
Expulsado de Prusia por sus ideas revolucionarias,
emigró a París, donde tuvo ocasión de relacionarse con los mayores exponentes
del movimiento anarquista (el francés Proudhon
y el ruso Bakunin) y, sobre todo,
con Friedrich Engels, quien sería su
amigo, mecenas y colaborador a lo largo de toda su vida. Durante su estancia
parisina escribió los Manuscritos
Económico-Filosóficos (1844), que nunca publicó. Expulsado también de
París, huyó a Bruselas, donde en 1848 dio a la prensa el Manifiesto Comunista, escrito en colaboración con Engels.
Se vio obligado a abandonar Bélgica y encontró refugio
definitivo en Londres, donde pasó el resto de su vida. Sólo la ayuda económica
de Engels le permitió mantener a su
numerosa familia, pese a las restricciones de todo tipo, y llevar a cabo un
vasto programa de investigación histórica, política y económica que desembocó en El Capital, la monumental obra cuyo
primer volumen apareció en 1867 (los otros dos los publicó póstumamente Engels).
A la investigación teórica, Marx añadió una intensa actividad como organizador político que
culminó en 1864 con la fundación de la Primera
Internacional de Trabajadores.
Obras principales: Tesis
sobre Feuerbach (1845); La Sagrada
Familia (1845); La Ideología Alemana
(1846); Miseria de la Filosofía (1847);
Manifiesto del Partido Comunista
(1848); Crítica de la Economía Política
(1859); Crítica al Programa de Gotha
(1875); El Capital (tres volúmenes, publicados
en 1867, 1885 y 1894, respectivamente).
176 La historia es
lucha de clases.
EL PROBLEMA: ¿Puede definirse la
ley de desarrollo de la historia?
LA TESIS: El Manifiesto Comunista (del que se extraen
los textos de esta antología) representa la más perfecta ejemplificación
divulgativa del materialismo dialéctico. Por una parte, según Marx, la interpretación de la historia
requiere la adopción de un criterio materialista, puesto que el motor del
desarrollo histórico reside en las condiciones económicas concretas y no en las
convicciones ideales, en las normas jurídicas o en las luchas políticas. Por
otra parte, sin embargo, la evolución de las estructuras productivas no se
verifica según esquemas mecanicistas, sino siguiendo las leyes de la dialéctica
descubiertas por Hegel (véase 157). El mundo feudal, el
capitalismo burgués y la futura sociedad comunista son, respectivamente, la
tesis, la antítesis y la síntesis de una compleja tríada dialéctica. Cada
momento histórico posee una identidad específica propia, pero desarrolla en su
seno aquellas contradicciones que a la larga producirán su superación. En
consecuencia, la dialéctica hegeliana debe mantenerse pero vuelta del revés,
colocando como sujeto el movimiento histórico real, no el Espíritu, la Idea o
el Absoluto, sino el desarrollo de la economía.
Toda la historia se
reduce a la lucha de clases.
- La historia de
todas las sociedades que han existido hasta el presente es la historia de
la lucha de clases. Libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo de la gleba, miembro de la corporación y aprendiz, en
una palabra, opresor y oprimido, se han encontrado siempre el uno enfrentado al otro; han librado ininterrumpidamente,
de forma abierta o encubierta, una lucha que en ocasiones concluyó con una
transformación revolucionaria de toda la sociedad, o con la común ruina de
las clases en lucha.
En todos los
períodos históricos ha habido una clase dominante y otra explotada.
- En las más
lejanas épocas de la historia encontramos casi por doquier una completa
articulación de la sociedad en diversos órdenes o estados, una gama
multiforme de posiciones sociales. Patricios, caballeros,
plebeyos y esclavos en la antigua Roma; señores feudales,
vasallos, miembros de las corporaciones, aprendices y siervos de la gleba en la Edad Media y, además, casi todas estas clases
contienen otros estamentos sociales.
El surgimiento de
la burguesía.
- La moderna
sociedad burguesa, nacida del declive de la sociedad feudal, no ha
superado la oposición de clases. Sólo ha colocado nuevas clases y nuevas
condiciones de opresión en lugar de las antiguas. Es decir, nuevas formas
de lucha.
El capitalismo ha
simplificado la estructura social: sólo dos clases, burguesía y proletariado,
se disputan el poder.
- Nuestra época,
la de la burguesía, se distingue por haber simplificado la oposición de
clases. La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos enemigos,
en dos grandes clases que se enfrentan directamente la una a la otra:
burguesía y proletariado.
El papel
revolucionario de la burguesía.
- La burguesía
ha jugado un destacado papel revolucionario en la historia. Allí donde ha
alcanzado el poder, ha demolido todas las relaciones feudales y
patriarcales. Ha desgarrado despiadadamente los multiformes vínculos
feudales que unían a los hombres con sus superiores naturales, y no ha dejado ningún otro vínculo entre hombre y
hombre que no sea el desnudo interés o el insensible pago en efectivo contante y sonante.
La burguesía ha
desmitificado la ideología religiosa medieval.
- Ha ahogado en
las gélidas aguas del cálculo los sagrados temores del fervor religioso,
de la exaltación caballeresca y de las cuitas de los pequeños burgueses. Ha situado entre las ilusiones la dignidad personal; ha
situado tan sólo a la inconsciente libertad de comercio en el lugar de las
libertades garantizadas, gratuitas y plenamente adquiridas. En una
palabra: ha situado la explotación árida, directa y descarnada, en lugar
de la explotación enmascarada con ilusiones religiosas y políticas. La
burguesía ha privado de su aureola a todas las actividades hasta entonces
venerables y consideradas con religioso temor. Ha transformado en
trabajadores asalariados al médico, al jurista, al sacerdote, el poeta y el científico.
Ha transformado la
familia en una empresa económica.
- La burguesía
ha arrancado el velo a sus patéticas y sentimentales relaciones familiares
y les ha atribuido una mera relación económica.
El activismo
burgués ha transformado el mundo.
- La burguesía
ha desvelado cómo la manifestación de la fuerza bruta, tan admirada por
los reaccionarios durante la Edad Media, posee su oportuno
complemento en la pereza más indolente. Ha sido la primera en demostrar lo
que la actividad humana puede hacer. Ha realizado mayores portentos que
las pirámides egipcias, los acueductos romanos y las catedrales góticas;
ha conducido movimientos mucho mayores que las migraciones de pueblos o
las cruzadas.
La dinámica
expansiva del capitalismo somete a toda la sociedad a un proceso de continua
transformación.
- La burguesía
no puede existir sin revolucionar continuamente los medios de producción;
en consecuencia, las relaciones de producción y, por lo tanto, la
totalidad de las relaciones sociales. El mantenimiento invariado del
antiguo modo de producción, por el contrario, era la primera condición de
existencia de todas las anteriores clases industriales. La continua
alteración de la producción, el interrumpido trastocar de todas las
situaciones sociales, la total incertidumbre, el perenne movimiento,
diferencian la época de la burguesía de todas las demás. Todas las relaciones
rígidas y oxidadas, con sus consecuencias de venerables concepciones y
representaciones, han sido liberadas; todas las de nueva creación
envejecen antes de fosilizarse. Todo lo estable y perteneciente a los
órdenes se evapora, todo lo sagrado es profanado, y los hombres, en definitiva, se ven obligados a considerar fríamente sus
relaciones mutuas, su propia posición en la vida.
Colonialismo y
globalización del comercio han abolido las fronteras económicas.
- El impulso
hacia una salida para sus productos cada vez más amplia lleva a la
burguesía a competir en todo el globo terráqueo. Debe establecerse en
todas partes, ensancharse en todas partes, en todas partes establecer
contactos. A través de la explotación de los mercados mundiales, la
burguesía ha otorgado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo
en todos los países. Con gran disgusto de los reaccionarios, le
ha robado a la industria el soporte del suelo nacional.
Las materias
primas, a menudo en zonas pobres del planeta, se convierten en un problema.
- Las antiguas
industrias nacionales fueron ahogadas y continúan siéndolo. Han sido
suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en una
cuestión de vida o muerte para las naciones civilizadas. Y se trata,
además, de industrias que no sólo elaboran materias primas provenientes
del interior, sino también procedentes de zonas muy remotas y cuyos
productos se consumen no sólo en el país de origen, sino también en todo
el mundo.
La dimensión
internacional de la economía relativiza el papel del Estado nacional.
- Las antiguas
necesidades, que eran satisfechas por la producción nacional, son
sustituidas por necesidades que exigen productos provenientes de tierras y
climas lejanos. La circulación y la interdependencia multilateral entre
las naciones sustituyen a la antigua autosuficiencia y al aislamiento
local y nacional.
Se acaban las
culturas nacionales.
- Lo mismo
sucede con las producciones del espíritu. Los productos espirituales de
cada nación se convierten en un bien común. La unilateralidad y las
restricciones nacionales cada vez más se tornan imposibles, y de las
diversas literaturas nacionales y locales surge una literatura mundial.
El capitalismo
arremete y transforma la economía de todos los pueblos.
- La burguesía
obliga a la civilización incluso a las naciones más bárbaras. Y esta,
obligada, civilización, la realiza siempre a través del rápido
mejoramiento de todos los medios de producción, así como a través de la
infinita facilitación de las comunicaciones. Los precios bajos de las
manufacturas son la artillería pesada con la que destruye las bases de
todas las murallas chinas y obliga a capitular al más tenaz odio de los bárbaros por lo extranjero. Obliga a todas las naciones, si es
que no quieren acabar mal, a adoptar el modo de producción de la
burguesía: las obliga a introducir en su seno la así llamada civilización
(es decir, a convertirse en burguesas). En una palabra: la burguesía ha
ido creando un mundo a su propia imagen y semejanza.
Urbanización y
crisis del mundo campesino.
- La burguesía
ha logrado someter completamente al medio rural al poder despótico de la
ciudad. Ha generado grandes metrópolis, ha incrementado el número de
habitantes de la ciudad respecto a los del campo y, de ese modo, ha
arrancado a una gran parte de la población del idiotismo de la vida rural.
El dominio de
Occidente.
- Y como en el
caso del medio rural respecto a la ciudad, del mismo exacto modo, la
burguesía ha finalmente conseguido que Oriente dependa de Occidente, que los pueblos campesinos dependan de los burgueses y las naciones total o parcialmente bárbaras, de las naciones civilizadas.
El Estado
capitalista es concentrador.
- La burguesía
elimina cada vez más la dispersión de los medios de producción, de la
propiedad y de la población. Ha condensado a la población, centralizado
los medios de producción y concentrado la propiedad en pocas manos. La
consecuencia inevitable ha sido la centralización política. Provincias
independientes, tal vez apenas confederadas, con intereses, leyes,
gobiernos y aduanas distintos, han sido unificadas en una nación y bajo un
solo gobierno, una sola ley, un solo interés de clase nacional y una única
aduana.
El progreso
tecnológico ha transformado la naturaleza, ha creado un mundo nuevo.
- Aun cuando la
burguesía detenta el dominio de clase sólo desde hace un siglo, ha
generado fuerzas productivas colosales y un número mayor de cuantas hayan
generado todas las generaciones pasadas. Sometimiento de las fuerzas
naturales, maquinarias, aplicación de la química a la industria y la
agricultura, navegación a vapor, vías férreas, telégrafo eléctrico,
cultivo de inmensas extensiones de tierra, navegación de los ríos, núcleos
de población surgidos como por encanto… ¿Qué otro siglo anterior tuvo el
presentimiento de que en el seno del trabajo social estuviesen adormecidas
tales fuerzas productivas?
El capitalismo se
ha desarrollado a partir de las contradicciones del feudalismo.
- Ya se ha visto
que los medios de producción –y de intercambio sobre cuya base se
construyó la burguesía- fueron generados en la sociedad feudal. En un
determinado estadio del desarrollo, estos medios de producción y de
intercambio –los lugares en los que la sociedad feudal producía e
intercambiaba, la organización feudal de la agricultura y la manufactura;
en síntesis, las relaciones feudales de propiedad- ya no se correspondían
con las fuerzas productivas desplegadas. Atrasaban la producción en lugar
de ayudarla a progresar. Se transformaron en otras cadenas. Debían ser
destruidos y fueron destruidos. En su lugar irrumpió la libre competencia,
con su correspondiente constitución política y social y con el poder
económico y político de la clase burguesa.
El capitalismo está
a punto de asumir una transformación similar.
- Un movimiento
similar se verifica a nuestra vista. Las relaciones burguesas de
intercambio y de producción, las relaciones burguesas de propiedad, la
moderna sociedad burguesa que ha creado mágicamente medios de producción y
de intercambio tan poderosos, recuerdan aquel chamán que ya no
es capaz de dominar los poderes ocultos que él mismo invocó.
Las crisis cíclicas
de la economía demuestran la crisis del sistema capitalista.
- Desde hace
décadas, la historia de la industria y del comercio es sólo la historia de
la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las relaciones de
producción modernas y las modernas relaciones de propiedad, que son las
condiciones esenciales de vida de la burguesía y de su poder. Basta
mencionar las crisis comerciales que, en su periódico y siempre amenazador
retorno, ponen en discusión la existencia entera de la sociedad burguesa.
A diferencia del
pasado, la causa de las crisis es la superproducción de mercancías.
- En las crisis
comerciales se destruye regularmente no sólo una gran parte de los
productos acabados, sino también de las fuerzas productivas a disposición.
En la crisis estalla una epidemia social que parecería un contrasentido
respecto de todas las épocas precedentes. La sociedad se encuentra de
pronto retrocediendo a una condición momentánea de barbarie. Es como si
una gran carestía o una guerra de exterminio le hubiese cortado todos los
víveres; la industria y el comercio parecen aniquilados. ¿Por qué? Porque
la sociedad posee demasiado comercio, demasiada industria, demasiados
víveres, demasiada civilización.
La libre
competencia produce un sistema industrial caótico.
- Las fuerzas
productivas a su disposición ya no sirven para incrementar las relaciones
burguesas de propiedad; por el contrario, se han vuelto demasiado fuertes para
estas relaciones, las obstaculizan, y apenas superan estos obstáculos,
empujan a la sociedad burguesa al desorden y ponen en peligro la
existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas se han
tornado demasiado estrechas para contener la riqueza por ellas generadas.
Cada crisis cíclica
se supera provisionalmente ensanchando el sistema capitalista.
- ¿Con qué
medios la burguesía supera la crisis? Por una parte, con la destrucción
forzada de una cantidad de fuerzas productivas y, por otra, con la
conquista de nuevos mercados y con la explotación más radical de los
antiguos. ¿Con qué medios, pues? Preparando crisis más violentas y
generales y reduciendo los medios para prevenirlas. Las armas con las que
la burguesía echó por tierra al feudalismo se dirigen ahora contra la
propia burguesía.
El papel del
proletariado.
- La burguesía,
sin embargo, no sólo ha construido las armas que la conducirán a la
muerte, sino que también ha procreado los hombres que
deberán empuñar esas armas: los trabajadores modernos, los proletarios.
MATERIALISMO
HISTÓRICO Y DIALÉCTICO
Doctrina marxista según la cual las causas
últimas del devenir histórico no son de naturaleza ideal o espiritual, sino
material, social, económica y productiva, siguiendo el principio de que no es la conciencia la que determina la
vida, sino la vida la que determina la conciencia. A diferencia del materialismo tradicional, el de Marx rechaza el determinismo, pues considera que el mecanismo del devenir histórico procede según el
método de la dialéctica hegeliana.
CRISIS CÍCLICAS DE
SUPERPRODUCCIÓN
Según Marx,
el capitalismo caerá como consecuencia del agravamiento de las crisis que
periódicamente afectan su estabilidad. A diferencia de las crisis económicas
del pasado, las crisis capitalistas se originan no en la pobreza, sino en un
exceso de producción en un determinado sector de la economía, originado a su
vez por la negación de toda forma de planificación económica.
COMUNISMO
Es la sociedad sin clases –y, por lo tanto,
sin Estado- que inevitablemente seguirá a la fase burguesa-capitalista de la
historia, tras una temporal fase intermedia: la dictadura del proletariado. En
el comunismo no existirá ya la propiedad privada de los medios de producción
(las fábricas); la riqueza social se distribuirá según el principio siguiente: a cada uno según sus necesidades, para
cada uno según su capacidad.
REVOLUCIÓN
La victoria revolucionaria del proletariado
es una etapa inevitable de la historia. En palabras de Marx: <el progreso de la
industria, de la que la burguesía es el vehículo involuntario y pasivo, no
lleva al aislamiento de los obreros a través de la competencia, sino
a la unión revolucionaria mediante la asociación. Con el desarrollo de la gran
industria se le quita a la burguesía el sostén del fundamento mismo sobre el
que produce y adquiere productos. Produce, antes que ninguna otra cosa, a sus
propios sepultureros. Su declive y la victoria del proletariado son
igualmente inevitables>.
177 El movimiento
que suprime el estado de cosas existente.
EL PROBLEMA: ¿Cuáles son las
razones que hacen necesario el advenimiento del comunismo?
LA TESIS: La clase burguesa
nace en el seno del mundo feudal, lo niega y lo supera dando origen a la
sociedad capitalista. Pero, para la ley del devenir dialéctico, el desarrollo
del capitalismo comporta la emergencia del proletariado y de las
contradicciones que producirán su superación. La sociedad comunista no caerá
como consecuencia de una tensión ética o utópica, de la carga de prédicas moralizantes contra los
desastres sociales producidos por la propiedad privada, sino que acabará
finalmente por imponerse como única solución posible del desarrollo histórico.
Así pues, la revolución proletaria es absolutamente inevitable; no es un acto
de justicia, puesto que la clase obrera
no tiene ningún ideal que realizar, sino el resultado necesario del devenir
real de la historia. El comunismo no es un ideal al que la realidad deberá
conformarse, sino el movimiento real que suprime el estado de cosas existente.
La lucha obrera
nace como protesta individual y de grupo.
- El
proletariado pasa a través de distintos grados de desarrollo. Su lucha
contra la burguesía comienza con su existencia. Al principio son obreros individuales que luchan; luego, los obreros de una fábrica;
después, los trabajadores de un sector en un lugar dado. Todos se aúnan contra los burgueses que los explotan en
forma directa.
Al principio, los obreros identifican a las máquinas como su enemigo.
- No dirigen sus
ataques solamente contra las relaciones burguesas de producción,
destruyendo las mercancías extranjeras que compiten con las que ellos producen: destruyen las máquinas, dan fuego a las fábricas, tratan de
reconquistar la posiciones, ya superadas, del trabajador medieval. En esta fase, los obreros forman una masa dispersa por
la competencia y difundida por todo el país. La cohesión de un gran número
de obreros no es todavía consecuencia de su unión, sino más bien de
la unión de la burguesía, la cual, para alcanzar sus propios fines
políticos, debe poner en movimiento a todo el proletariado, y todavía es
capaz de hacerlo.
La lucha obrera
está, al principio, hegemonizada por la burguesía.
- En esta fase,
pues, los proletarios no luchan contra sus enemigos, sino
contra los enemigos de sus enemigos: los restos de la
monarquía absoluta, los proletarios, los burgueses que
no son industriales, los pequeños burgueses. Todo el
movimiento histórico está concentrado en manos de la burguesía; cada
victoria que se obtiene es una victoria de la burguesía.
El desarrollo de la
conciencia igualitaria.
- El
proletariado, sin embargo, no sólo crece en número. Con el desarrollo de
la industria se congrega en masas más amplias, crece su fuerza, y se da
cuenta de ello. Los intereses y las condiciones de vida en el seno del
proletariado se tornan cada vez más igualitarios. Al mismo tiempo, el
empleo de máquinas elimina las diferencias del trabajo y empuja al
salario, casi siempre, hacia un nivel uniformemente bajo.
Las crisis cíclicas
del capitalismo aceleran la unificación del proletariado.
- La creciente
competencia entre burgueses y las crisis comerciales que de ellas
derivan tornan cada vez más precario el salario obrero. El rápido
desarrollo y el incesante mejoramiento de las máquinas tornan inseguras
sus condiciones de vida. Los enfrentamientos entre el obrero individual y el burgués individual toman cada vez más el carácter
de enfrentamiento entre dos clases. Así, los obreros forman
coaliciones contra los burgueses. Se reúnen para mantener el nivel
de su salario. Fundan asociaciones permanentes que se ocupan de los
abastecimientos en caso de revueltas. Aquí y allá, la lucha asume la forma
de motín.
La centralización
de las luchas obreras está favorecida por las nuevas tecnologías industriales y
por la rapidez en las comunicaciones.
- De vez en
cuando ganan los obreros, pero no de manera definitiva. El
resultado efectivo de su lucha no es el éxito inmediato, sino más bien la
cada vez más difundida unión de los obreros. Tal unión está
promovida por el crecimiento de los medios de comunicación producidos por
la gran industria y que ponen en contacto a los obreros de
diversos lugares. En una lucha de clases, esta conexión es necesaria para
centralizar muchas luchas locales extendidas por doquier en una lucha
nacional del mismo carácter. Toda lucha de clases es, sin embargo, una
lucha política. Y la unión, que costó siglos a los burgueses de
la Edad Media con sus carreteras vecinales, la realizan los modernos proletarios en pocos años gracias al ferrocarril.
La tendencia a la
formación de una clase compacta es irreversible.
- Esta
organización en clase de los proletarios –y por lo tanto en
partido político-, puede saltar en cualquier momento por la competencia
entre los propios obreros. Pero renace siempre, cada vez
más fuerte, más sólida, más poderosa. Aprovechando las fracturas que hay
en el seno de la burguesía, le arrancan el reconocimiento legal de
determinados intereses obreros. Así fue con la ley inglesa de las diez horas.
La lucha proletaria
se beneficia de las insalvables contradicciones internas de la burguesía.
- Los
enfrentamientos de la vieja sociedad favorecen de distintos modos el
proceso de desarrollo del proletariado. La burguesía se encuentra
permanentemente en lucha: al principio contra la aristocracia; más tarde
contra esos segmentos de la propia burguesía –cuyos intereses caen en
contradicción con el desarrollo de la industria- y siempre contra la
burguesía de los países extranjeros. En todas estas luchas se ve forzada a
apelar al proletariado, a pretender su ayuda y a introducirlo así en el
movimiento político. Ella misma lleva al proletariado a los elementos de
su propia formación cultural; es decir, le proporciona las armas contra sí
misma.
Las clases medias
se proletarizan.
- Además, y como
ya se ha visto, mediante el progreso de la industria grandes segmentos de
la clase dominante se ven desclasados en el proletariado o, al menos, ven
amenazadas sus condiciones de existencia. También estos sectores aportan
al proletariado una masa de elementos de formación.
La causa del
proletariado conquista parte de los sectores intelectuales burgueses.
- Por último,
cuando la lucha de clases se aproxima a su resolución, el proceso de
disgregación en el seno de la clase dominante, en el seno de toda la vieja
sociedad, asume un carácter tan áspero y violento que una pequeña parte de
la clase dominante se separa y se une a la clase revolucionaria: esto es,
a la clase que tiene el porvenir en sus manos. Así como en el pasado una
parte de los nobles se volcó hacia la burguesía, ahora una parte de
los burgueses –en particular esa parte de los ideólogos burgueses que se ha elevado a la comprensión teórica del
conjunto del movimiento histórico- se suma al proletariado.
La proletarización
creciente impulsa a las clases medias al conservadurismo.
- De todas las
clases que hoy en día se enfrentan a la burguesía, sólo el proletariado es
una clase realmente revolucionaria. Las otras clases caen en la ruina y
mueren con la gran industria; el proletariado es su producto más
específico. Las clases medias, los pequeños industriales, los pequeños comerciantes, los artesanos, los campesinos, todos combaten a la burguesía para evitar su
desaparición como clases medias. No son, pues, revolucionarios, sino
más bien conservadores. Además, son reaccionarios porque tratan
de que vuelva atrás la rueda de la historia. Cuando son revolucionarios, lo son para acercarse al proletariado; es decir, que no defienden
sus intereses presentes sino los futuros, y abandonan su específico punto
de vista para situarse en el del proletariado.
El subproletariado
como fuerza de choque de la burguesía.
- La hez
proletaria, esa putrefacción pasiva de los estratos más bajos de la
antigua sociedad, puede verse catapultada al movimiento a causa de una
revolución proletaria. Estará más dispuesta a dejarse comprar por intrigas
reaccionarias, de conformidad con el conjunto de sus actitudes vitales.
Las mutadas
condiciones de vida hacen al proletariado ajeno a la ideología burguesa.
- Las
condiciones de vida de la vieja sociedad están ya anuladas en las
condiciones de vida del proletariado. El proletariado carece de
propiedades: sus relaciones con esposas e hijos no tienen nada
en común con las relaciones de la familia burguesa; el trabajo industrial
moderno, la moderna sumisión al capital –siempre la misma, tanto en
Inglaterra como en Francia, en América como en Alemania- le ha extirpado
todo carácter nacional. La ley, la moral, la religión, son para los proletarios otros tantos prejuicios burgueses, tras los cuales se
ocultan otros tantos intereses burgueses.
El proletariado no
posee nada ni tiene nada que perder; por eso vencerá.
- Todas las
clases precedentes, aquellas que conquistaron el poder, han tratado de
asegurarse las posiciones ya ganadas y no han dejado de sujetar a toda la
sociedad a las condiciones de su beneficio. Los proletarios pueden conquistar las fuerzas productivas de la sociedad sólo en el
momento en que revocan el sistema de apropiación concreto, y por ello el
conjunto de los sistemas de apropiación existentes hasta entonces. Los proletarios no tienen que asegurarse nada de lo que es suyo: han
de destruir toda la seguridad privada y todas las aseguraciones privadas
hasta entonces existentes.
La revolución
proletaria será la primera revolución de la mayoría.
- Todos los
movimientos surgidos en el pasado fueron movimientos de minorías o del
interés de las minorías. El movimiento proletario es el movimiento
autónomo de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría. El
proletariado, estrato más bajo de la actual sociedad, no puede alzarse, no
puede enderezarse sin que salte por los aires toda la superestructura de
los estratos que forman la sociedad oficial.
En los comienzos la
lucha proletaria puede tener una dimensión nacional.
- Al principio,
la lucha de los proletarios contra la burguesía es nacional –si
bien no por el contenido, sí por la forma que reviste-. El proletariado de
cada país debe, en primer lugar, actuar deprisa con su propia burguesía.
Sin revolución no
hay posibilidad de mejoras para el proletariado. La tendencia es hacia el
progresivo empeoramiento.
- Todas las
sociedades hasta el presente se han basado en la oposición de las clases
que oprimen y de las clases oprimidas. Pero para poder oprimir a una clase
hay que asegurarle las condiciones mediante las que pueda conservar al
menos y a duras penas su propia existencia servil. El siervo de
la gleba se elevó, en su servidumbre, hasta la dignidad de miembro del
Común, como el pequeño burgués lo hizo hasta convertirse en
burgués: bajo el gobierno del absolutismo feudal. El obrero moderno, por el contrario, en lugar de elevarse con el progreso de la
industria, desciende cada vez más dentro de las condiciones de su clase. El obrero se vuelve pobre y la pauperización se desarrolla aún con
mayor rapidez que la población y la riqueza.
El producto final
del capitalismo es una insostenible pauperización de las masas.
- De ello se
deduce con claridad que la burguesía es incapaz de permanecer a largo
plazo como clase dirigente de la sociedad y de imponer a ésta como ley
reguladora sus propias condiciones esenciales de vida. Es incapaz de
dominar porque es incapaz de asegurar la existencia de su esclavo en
los límites de su esclavitud, porque se ve obligada a dejarlo hundirse
en una posición en la que debe alimentarlo, en lugar de ser alimentado por él.
El capitalismo ya
no está en condiciones de mantener unida a la sociedad.
- La sociedad ya no puede seguir viviendo bajo la burguesía: es decir, la vida de ésta ya no es compatible con la sociedad. Las condiciones más elementales para la existencia y para el dominio de la clase burguesa son la acumulación de la riqueza en manos privadas, la formación y el incremento del capital; la condición del capital es el trabajo asalariado. El trabajo asalariado se basa exclusivamente en la competencia de los obreros entre sí.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO