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HUMORES



La doctrina de los humores, elaborada en conexión con la teoría de los cuatro elementos, constituyó la base de la medicina y de la psicología antiguas. Es difícil establecer su paternidad, porque fue desarrollándose paulatinamente gracias a sucesivas aportaciones.

El principio fundamental de la división tetrádica se debe a los pitagóricos y a su numerología (-->): <cuatro> son las estaciones del año, las edades de la vida (infancia, juventud, madurez, vejez), los puntos centrales del cuerpo (cerebro, corazón, ombligo, falo) y del alma (intelecto, inteligencia, opinión, sensación). En el s. V a.C., el médico pitagórico Alcmeón de Crotona añadió un nuevo grupo fundamental (frío, calor, húmedo, seco) y formuló el principio básico de la medicina antigua: la salud es una condición de proporción (-->), un buen equilibrio en la mezcla de estas cuatro cualidades; la enfermedad es el predominio de una sola. Por tanto, cualquier patología (con la única excepción de los traumas) se consideraba una forma de desequilibrio interno del cuerpo; la hipótesis alternativa que ve en la enfermedad el efecto de una agresión patógena externa se afirmó tan sólo en época moderna.

El médico Polibio, yerno de Hipócrates (Sobre la naturaleza del hombre, 410 a.C.), estableció una relación entre los cuatro principios universales y los humores, aquellas sustancias fluidas que circulan por el cuerpo con modalidades íntimamente dependientes de su propia fisiología: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema, correspondientes, respectivamente, al calor, al frío, a lo húmedo y a lo seco.

Los humores se hacen visibles y, por tanto, pueden ser analizados por el médico en los subproductos líquidos expulsados por el cuerpo; su análisis era el fundamento casi exclusivo del diagnóstico antiguo: el vómito (que muestra en su parte ácida la bilis amarilla y, en el componente amargo, la bilis negra); el esperma, en el que se puede observar la flema; la sangre y también la saliva, los excrementos, las lágrimas, el sudor, el catarro y, en particular, la orina, cuyo examen siguió siendo, para el médico, el más importante hasta época moderna.

Según esta concepción médica, el predominio de los humores fríos (debidos a un exceso de bilis negra y flema) predispone a enfermedades crónicas; y un exceso de sangre o de bilis amarilla, a formas agudas de patología. El equilibrio era restablecido mediante intervenciones de tipo reductor, tales como sangrías (para menguar la fuerza de la sangre), purgantes, sudoraciones, expectoraciones, vómitos, pero también a través de una dieta correcta y de una relación justa con el medio ambiente. De hecho, los humores están en relación íntima con la nutrición, la respiración y la calidad de vida; su equilibrio depende de la relación que existe entre el microcosmos del cuerpo humano (--> Microcosmos/macrocosmos) y la naturaleza, el tiempo, la historia... El equilibrio, fuente de salud, antes que un hecho fisiológico lo es medioambiental, dietético, ecológico e incluso político. En realidad, una de las máximas más conocidas de la medicina hipocrática afirma: <La democracia produce ciudadanos sanos; la tiranía, súbditos enfermos>.




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO