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MAYÉUTICA




En la historia del pensamiento, la importancia de Sócrates (que siempre rechazó vincular su nombre a una doctrina específica) depende más del modo en que éste condujo la investigación filosófica que de los resultados efectivos alcanzados. Después de una frustrante experiencia juvenil en el ámbito del saber naturalístico-científico, llegó a la conclusión de que la mente humana no puede afirmar de forma definitiva ninguna verdad absoluta, sobre todo si en el centro de la búsqueda no se sitúa la naturaleza, sino el hombre o mujer.

En consecuencia, la primera condición de cualquier reflexión en torno a temas de ética, política y psicología, debe ser una <profesión de ignorancia> (reconocer que <lo único que se sabe es que no se sabe nada>). <Eso que desde hace años me reprochan, esto es, que interrogo a los otros pero no respondo nunca porque no tengo ningún pensamiento sabio que exponer, es un reproche justo>, admitió el filósofo, convencido de que sólo el que sabe que no sabe nada se plantea una actitud de búsqueda; por el contrario, quien cree que ya está en posesión de la verdad no hará nada para buscarla.

Por una parte, Sócrates rechazó cualquier forma de dogmatismo (la idea de que una verdad puede ser conocida de forma definitiva) y este rasgo lo acerca al agnosticismo (la idea de que se debe suspender el juicio frente a problemas que superen la experiencia humana) profesado por los sofistas (-->). Por otra parte, a diferencia de estos últimos, nunca aceptó las tesis del escepticismo (es inútil buscar la verdad porque no existe ninguna verdad). De hecho, el no-saber socrático no conduce hacia una posición de indiferencia o de ahogamiento de la búsqueda, sino que es un estímulo para la investigación, una invitación a profundizar y a no contentarse con fáciles certezas.

Dadas estas premisas, Sócrates no entendió la <filosofía> como la exposición de una doctrina preelaborada (no tenía nada para comunicar), sino que la entendió como diálogo interpersonal. Tomando como estímulo el trabajo de comadrona de su madre Fenarete, denominó a su método mayéutica, literalmente <el arte de ayudar a dar a luz>; de hecho, el filósofo es un obstetra de almas, a pesar de que él mismo fuese estéril como una comadrona (vacío de sabiduría), y conduce al interlocutor a <dar a luz la propia verdad> (que siempre es una conquista personal).

El método mayéutico consistía esencialmente en pedir al interlocutor que elaborase una definición exacta de una palabra cualquiera dotada de valor ético o psicológico. El hecho de que en el lenguaje cotidiano se utilicen profusamente términos como <amistad>, <santidad>, <generosidad>, <virtud>, lleva a la presunción de que quien las emplea debe por fuerza conocer exactamente su significado. Sin embargo, poseer una habilidad (usar el lenguaje) no significa en absoluto tener una teoría; de ahí que, frente a la petición socrática de definir el significado de una palabra como <amor>, el interlocutor pase a desarrollar una serie de intentos fallidos (teorías parciales, ejemplos contradictorios entre sí) antes de lograr admitir su propio límite (ser consciente de no saber). Todos aman, pero nadie es capaz en absoluto de ofrecer una definición convincente del concepto <amor>.





TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO