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REVOLUCIÓN COPERNICANA





Se denomina revolución copernicana al largo proceso de transformación de la civilización occidental que se inició con la obra El Movimiento de los Cuerpos Celestes (De Revolutionibus Orbium Coelestium, 1543) del astrónomo polaco Nicolás Copérnico, y que concluyó de la sistematización de la física por Isaac Newton (1642 - 1727), en especial con su ensayo Principios Matemáticos de Filosofía Natural (1687).

Esta revolución afectó principalmente a la astronomía, con la importante introducción de la teoría heliocéntrica (--> Heliocentrismo), pero sus implicaciones alcanzaron al <sistema científico> en su conjunto, así como a las principales convicciones filosóficas y religiosas del hombre moderno. Tal como resume el historiador de la ciencia Thomas Kuhn (La Revolución Copernicana, 1957), al cabo de este proceso los hombres, <convencidos de que su residencia terrestre no era más que un planeta girando ciegamente alrededor de una entre miles de millones de estrellas, valoraban su posición en el esquema cósmico de manera muy diferente a la de sus predecesores, quienes en cambio consideraban a la Tierra como el único centro focal de la creación divina>.

Si bien le cabe a Copérnico el mérito de iniciar la obra de destrucción de la astronomía tolemaica, en realidad su objetivo fue muy limitado y tendía sólo a una simplificación del <sistema tradicional>, que había llegado ya a un estado de insoportable complejidad. El <progreso de las observaciones> había vuelto necesarios unos ochenta círculos (epiciclos, excéntricos y ecuantes) para explicar el movimiento de siete planetas errantes, sin aportar, no obstante, provisiones lo suficientemente exactas. Dada esta situación, Copérnico intuyó que la hipótesis heliocéntrica eliminaría muchas dificultades y haría más económico el sistema, simplemente <sustituyendo la Tierra por el Sol como centro del Universo> y manteniendo intacto el resto del esquema.

Es notable que Copérnico haya justificado su revolucionario heliocentrismo con la necesidad de salvaguardar la <perfección divina> (y la belleza) del movimiento de los astros. Por ningún otro camino, afirmó, <he podido encontrar una simetría tan admirable, una unión armoniosa entre los cuerpos celestes>. En el centro del cosmos, en el exacto punto medio de las <esferas cristalinas> (cuya existencia jamás puso en duda Copérnico), debe encontrarse necesariamente el <Sol>, porque él es la lucerna mundi, la <fuente de luz> que gobierna e ilumina a toda la gran familia de los astros. Y así como una lámpara debe colocarse en el centro de una habitación, <en este espléndido templo, el Universo, no se podría haber colocado esa lámpara [el Sol] en un punto mejor ni más indicado>.

El heliocentrismo acarreaba como consecuencia el movimiento de la Tierra alrededor del Sol (junto con los otros cinco planetas), y de sí misma en torno al eje marcado por los polos.

Copérnico no puso en entredicho el resto del modelo tolemaico, de tal modo que su Universo, visto a la luz de los desarrollos científicos posteriores, aparece en realidad muy extraordinariamente parecido al elaborado por Tolomeo.




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO