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CAUSA-EFECTO


La noción de causalidad expresa una conexión entre dos cosas o acontecimientos, de tal forma que el primero (causa) deriva inevitablemente del segundo (efecto). Es una idea de gran importancia para la ciencia, que funda sobre ella su propia capacidad de predecir los hechos: significa, efectivamente, que determinadas consecuencias derivan de hechos anteriores, lo que marca la existencia de un nexo no meramente cronológico, sino esencial y necesario. Aunque el actual desarrollo de las teorías de la probabilidad (--> Indeterminación y Cuantística) parece haber relativizado su importancia, a lo largo de toda la historia de la filosofía la aceptación o la crítica del principio de causa-efecto ha constituido la principal diferencia entre la tradición racionalista-científica y la tradición escéptica.

Fue el empirista Hume quien elaboró la crítica más dura al principio de causa: si se aplica rigurosamente el criterio de la experiencia (que siempre se refiere a hechos individuales) en el mundo de las cuestiones de hecho (con exclusión, por lo tanto, de los procedimientos matemáticos), no es verificable la idea de que un efecto dependa necesariamente (deducibilidad lógica) de una causa. Si nos atenemos a la realidad de los hechos, sólo podemos afirmar que ciertos hechos van precedidos de otros. Se colige de ello que ningún conocimiento empírico (a posteriori) puede considerarse como absoluto o universal.

Ciertamente, en el lenguaje ordinario se afirma que si se golpea la bola A con la bola B, la primera ha causado el movimiento de la segunda; un buen jugador conseguirá incluso saber la dirección que tomará la bola golpeada. Pero, y ésta es la objeción fundamental de Hume, ¿seríamos capaces de realizar estas previsiones si viésemos por primera vez el fenómeno? ¿Si, por ejemplo, hubiésemos llegado al mundo en este momento? Del movimiento de la bola A no podríamos deducir el curso sucesivo de los hechos, de la misma manera que viendo por primera vez el agua no podríamos saber a priori que, sumergiéndonos en ella, moriríamos ahogados. Por lo tanto, concluye Hume, la idea de que existe una relación causa-efecto entre los hechos deriva exclusivamente de la costumbre (-->): en el pasado, las bolas golpeadas con una cierta angularidad se han movido en una determinada dirección y ello ha inducido a la convicción de que existe un nexo necesario entre ambas cosas. La idea de causa es solamente una consecuencia de la fuerte propensión humana al antropomorfismo (-->): esto es, a explicar la naturaleza en términos psicológicos.

La reflexión de Kant nació de la necesidad de rebatir estas conclusiones escépticas. Por una parte rechazó la antigua visión ontológica del principio de causa (según la cual la realidad misma estaría estructurada en causas-efectos) y reconoció a Hume que ninguna regularidad empírica puede en absoluto fundar una ley universal.

Por otra parte salvó la causalidad como una de las formas sintéticas a priori (-->) de la psique, una de las formas empleadas por la mente para estructurar y dar sentido al mundo. La ciencia sigue siendo, pues, un conocimiento válido, aunque su verdad ya no se basa en la necesidad de los efectos sino en su universalidad: es decir, en la existencia de esquemas de pensamiento comunes a toda la humanidad.

TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO