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VOLUNTAD DE VIVIR

 



En la segunda parte de su obra principal (El Mundo como voluntad y representación, 1818) después de haber afirmado la absoluta incognoscibilidad del mundo regida por la doctrina del fenomenismo (-->), Schopenhauer afirmó que existe una parte de la naturaleza, una sola, que podemos conocer realmente. Este objeto, el único que se puede comprender <en sí> (nouménicamente) en su esencia más íntima, es nuestro cuerpo, el que nosotros vivimos (o que <nos vive>). El conocimiento de nosotros mismos, efectivamente, no se produce a través del principio de individuación, sino con una comprensión inmediata e intuitiva. Es la primera vez en la historia de la filosofía que <la persona física del sujeto pensante se convierte en tema de reflexión>. 

La corporeidad se revela ante Schopenhauer como pura voluntad de vivir, el <instinto prepotente y violento de continuar subsistiendo siempre y en toda circunstancia>. La esencia más profunda del Yo (de mi cuerpo) es el esfuerzo de perpetuar su existencia, y este impulso es tan fuerte y evidente, que es razonable pensar que es dominante también en todos los demás seres. Schopenhauer concluye de ello que la sustancia metafísica del mundo es precisamente la voluntad de vivir, la fuerza universal que empuja a todas las cosas a perpetuarse, la energía activa en cada parte de la naturaleza, no sólo en el reino animal, sino también en el vegetal e incluso en el mineral.

La voluntad de vivir, efectivamente, no exige conciencia, reflexión  o capacidades cognitivas, porque se puede expresar también de forma inconsciente. Es la fuerza que hace crecer las piedras preciosas y los cristales, que explica los fenómenos magnéticos, químicos y eléctricos, que produce en el mundo biológico los zoófitos (los seres intermedios entre el mundo vegetal y animal, como la esponja o el coral).

Esta voluntad domina incluso al hombre y a la mujer, aunque el individuo muy frecuentemente no se da cuenta de ello. Schopenhauer, introduciendo en la historia del pensamiento la noción de inconsciente (-->) y anticipando la de sublimación (-->), afirmó que todas las manifestaciones del amor (incluso las más literarias) se explican por la urgencia del instinto reproductor, que no es otra cosa que una manifestación sucedánea de la voluntad de vivir.

Aun siendo una fuerza universal, la voluntad de vivir se encarna luego en cada individuo produciendo luchas y conflictos generalizados. Anticipando filosóficamente la noción darwiniana de la <lucha por la existencia>, Schopenhauer definió la naturaleza como el lugar en que se produce la conflictividad más despiadada.

Finalmente, dado que <todo ser viviente está destinado a la muerte>, la voluntad de vivir es un <impulso irracional> capaz solamente de transformar la vida en una perenne <angustia (-->) por la muerte>.

En la visión irracionalista de Schopenhauer, la razón sirve solamente para aumentar el dolor de la existencia; efectivamente, el hombre y la mujer, a diferencia de los animales, saben que están condenados a morir.

Y si por una parte esta conciencia los aleja del instinto (impidiéndoles vivir como los animales, de forma plena y gozosa), por otra no ofrece ninguna solución al destino inevitable. <Como resultado de ello, el dolor es la consecuencia de toda reflexión intelectual sobre la existencia>.


TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO

PROFUNDIZACIÓN VOLUNTAD DE VIVIR