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UTOPÍA






Utopía (literalmente, <no lugar>, <lugar inexistente>) es el título que dio en 1516 Tomás Moro a su obra más importante, detallada descripción de una isla imaginaria en la que, gracias a innovaciones radicales en las instituciones y en las costumbres sociales, se crea un Estado perfecto y capaz de garantizar a todos los ciudadanos bienestar, felicidad e igualdad. Aunque Moro reconocía haberse inspirado en la República de Platón, su esquema narrativo (el viaje imaginario a un lugar inexistente, pero minuciosamente descrito en sus detalles) se repitió en una gran cantidad de versiones, dando así origen a un nuevo género filosófico-literario (utópico, de ciencia ficción) cuyos ejemplos más conocidos son la Ciudad del Sol, de T. Campanella, y la Nueva Atlántida de R. Bacon. Dado el carácter irrealizable que identifica a todos estos proyectos, el término <utopía> ha acabado por designar en el lenguaje común cualquier idea noble y atractiva, pero imposible de llevar a la práctica.

Sobre la utilidad del pensamiento utópico, la cultura moderna ha manifestado actitudes diferentes y a menudo contradictorias. A favor de la fecundidad de la libre elaboración de un proyecto fantástico se alineó Rousseau, él mismo autor de una utopía pedagógica (--> Emilio), en la que se observa que <los realistas enemigos de la utopía, con la excusa de atenerse solamente a lo factible, acaban defendiendo sólo lo que se hace>. Fue Kant, sin embargo, quien elaboró una auténtica justificación teórica: a la utopía, aunque le falte el soporte de la experiencia y de la factibilidad (como a la metafísica), le corresponde la importante función de ofrecer una orientación a la razón, anticipando por la vía fantástica los posibles escenarios del futuro.

En sentido negativo, Marx llamó <utópicos> a los socialistas de principios del s. XIX (Fourier, Owen, Saint-Simon), quienes desconocían la importancia de las leyes objetivas de la historia, pretendiendo establecer de inmediato la nueva sociedad anticapitalista. El texto de F. Engels Del socialismo utópico al socialismo científico señaló el inicio en la filosofía moderna de una corriente antiutópica que, aun reconociendo la nobleza de intenciones que suele inspirar a los utópicos, considera irreal su intento de abreviar el camino de la historia, anulando las necesarias etapas intermedias. Según Engels, lo peligroso de estos proyectos se evidencia en el nacimiento de un nuevo tipo de organización política desconocida en la antigüedad: la secta secreta de conspiradores profesionales, en la que el utopismo político se funde con el surgimiento de una mentalidad milenarista y escatológica (--> Escatología), justificando así la práctica de la violencia y hasta del terrorismo (la Conjura de los iguales, de G. Babeuf, representa un prototipo de ello).

En la cultura del s. XX (incluso marxista) reaparece, sin embargo, la tendencia a una valoración positiva de la utopía según los criterios ya elaborados por Rousseau y Kant. Fue en particular E. Bloch (El espíritu de la utopía, 1918) quien expresó la confianza en su papel crítico y decididamente provocador. La utopía es una fuerza más poderosa que cualquier ciencia o cualquier teoría de la historia; es capaz de mover a los hombres a oponerse al orden existente de las cosas y a proyectar el futuro (<a caminar erguidos>).





TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO