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Asesorías Filosóficas Personalizadas

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AUCTORITAS




Dado que desde el s. VI hasta el s. XIV la producción intelectual se desarrolló casi totalmente en el seno de las escuelas cristianas (primero en las anexas a los monasterios, más tarde en las catedrales de las ciudades y finalmente en las universidades), el pensamiento filosófico, teológico y científico de la Edad Media recibe el nombre genérico de <escolástica> (es decir, <cultura de la escuela>). Durante todos estos siglos, el intelectual cristiano (monje, clérigo, fraile) fue un <hombre o mujer de escuela>, lo que significa que concebía la filosofía no como una investigación libre sino como un <aprendizaje> y una <enseñanza>. 

De hecho, la especulación escolástica cristiana sólo podía desarrollarse en el seno de la tradición y de la ortodoxia fijada por las autoridades eclesiásticas: por lo demás, según la escolástica, no hay ninguna verdad que deba ser buscada porque todo lo que tiene importancia ha sido ya objeto de la revelación divina y está incluido en las Sagradas Escrituras. El Viejo y el Nuevo Testamento, la <palabra directa de Dios>, constituyen la máxima autoridad: son un dogma (una creencia fundamental e irrenunciable) que no puede ser llevado a discusión alguna sin caer irremediablemente en el pecado de herejía.

El único deber del pensador cristiano medieval era el de intentar clarificar el sentido, no siempre evidente, de la Escritura, recurriendo a otras auctoritates (textos cuya credibilidad nace del prestigio del autor). Así, se consideraban <autoridades> indiscutibles los Evangelios Canónicos, las decisiones de un concilio o la sentencia de un Padre de la Iglesia; menos seguros, pero aún así siempre creíbles, eran la autoridad de un pontífice o la opinión de un docto. Para las cuestiones no relacionadas con la teología se designaron como autoridades a los grandes filósofos de la época griega, e incluso a no pocos pensadores de origen islámico

Esta impostación filosófica estaba claramente reflejada por la estructura de la enseñanza, organizada en dos fases distintas: la <lectio> (<lectura colectiva y comentario sobre el texto de una auctoritas>) y la <questio> (en la cual el estudiante podía <proponer un problema> cuestionando el exacto significado de un punto).

La disolución de la escolástica, al final de la Edad Media, llegó a causa de una crisis interna determinada por su misma naturaleza, o sea por la concepción de la totalidad del saber como un sistema cerrado y ya completamente conocido. De hecho, con el avance de los estudios, las <cuestiones interpretativas> se volvieron cada vez más sutiles, y recurrir a las ciencias de los antiguos resultó más problemático. Las traducciones de las antiguas obras árabes y griegas (ss. XII - XIII) pusieron a disposición un número cada vez mayor de auctoritates antes olvidadas, mientras que los progresos de la filología desvelaron que muchos autores, en particular Platón y Aristóteles, tan queridos en la Edad Media como poco conocidos, eran irreconciliables entre sí y con la doctrina cristiana. Fue desconcertante, por ejemplo, descubrir que Aristóteles, traducido por el árabe Averroes, había sostenido la <mortalidad del alma individual> (<forma> del cuerpo), tesis absolutamente anticristiana y potencialmente atea (--> Averroísmo).




TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO