Ir al contenido principal

Asesorías Filosóficas Personalizadas

Mostrar más

FILOSOFÍA EXPERIMENTAL




Racionalismo (-->) y empirismo (--> Empirismo: tabula rasa), las dos doctrinas que se impusieron en el s. XVII, acabaron por coincidir en un principio: siempre que fuese posible, las disputas filosóficas debían resolverse por vía experimental. La aplicación más importante de este método estaba relacionada con la cuestión crucial de la importancia que había que atribuir al aprendizaje, problema que podía resolverse estudiando el comportamiento de los ciegos sanados.


Fue W. Molyneux, un amigo de Locke, quien planteó por vez primera la cuestión, desde una perspectiva por completo teórica: <Imaginemos ya en la edad adulta a un hombre o mujer que ha nacido ciego, y al que se le ha enseñado por medio del tacto a distinguir un cubo de una esfera. Supongamos ahora que ponemos el cubo y la esfera sobre una mesa y que el ciego o ciega recupera la vista. Usando la vista antes de tocarlos, ¿conseguiría distinguirlos?>.


Los empiristas, que sostenían la centralidad de la experiencia y del aprendizaje, respondieron negativamente. Locke afirmó que el ciego o ciega sanado no podría distinguir las formas, porque en él o ella las nuevas sensaciones visuales están aún disociadas de las táctiles a las que está acostumbrado. Berkeley sugirió que <aprendemos a ver precisamente como aprendemos a hablar y a leer>, y sostuvo, en consecuencia, la necesidad de un largo aprendizaje visual.


Leibniz defendió las razones del racionalismo. Según el principio de que las sensaciones son un simple apoyo de la actividad del intelecto, argumentó que el ciego o ciega sanado podría reconocer las formas porque tacto y vista van precedidos y condicionados por la razón. Usando solamente el tacto el ciego o ciega habrá podido entender que en una esfera no hay ángulos, mientras que un cubo está estructurado en caras planas y ángulos. Esto le capacitará para resolver la cuestión usando solamente la vista (discriminando la forma continua de la discontinua).


En 1728 este experimento fue realizado efectivamente: un joven de catorce años, casi ciego de nacimiento por una catarata, fue operado, recuperó la vista y fue sometido por el cirujano W. Chesselden a la situación experimental propuesta por Molyneux. No supo distinguir las formas y los lentísimos progresos con los que recuperó la vista confirmaron las tesis empiristas: durante mucho tiempo, la asociación entre datos visuales y táctiles resultó mucho más difícil de lo que todo el mundo esperaba. Sólo al cabo de unos meses el joven consiguió <ver a su perro>: es decir, entender que aquellos colores y percepciones visuales correspondían a las sensaciones táctiles con las que hasta entonces había conocido al animal. No conseguía entender el significado de las imágenes pictóricas: veía los cuadros sólo como yuxtaposición de manchas de colores; sólo al cabo de muchos meses, repentinamente y con gran alegría, consiguió interpretar una naturaleza muerta según la visión perspectivista, viendo cacerolas y platos en lo que hasta entonces eran para él formas sin sentido.


Pero en psicología (y aún menos en filosofía) no existen experimentos decisivos: Leibniz observó que la inteligencia del muchacho estaba por debajo de lo normal, porque al ser ciego no había sido educado. Bien distinta habría sido la respuesta de <un auténtico filósofo>.



TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO

PROFUNDIZACIÓN FILOSOFÍA EXPERIMENTAL