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ANTROPOMORFISMO

 



Se denomina antropomorfismo a la tendencia natural (natural desde el punto de vista psicológico) a interpretar el mundo físico, e incluso el divino, por analogía con la experiencia interior del hombre y de la mujer.


En la Antigüedad fue Jenófanes de Colofón (565-465 a.C.) el primero en denunciar esta tendencia del espíritu. Criticando la atribución a los dioses del aspecto y de los principios morales característicos del espíritu humano, típica del mito homérico, argumentó: <Si los bueyes, los caballos y leones tuviesen manos y fuesen capaces de pintar, los caballos representarían a los dioses parecidos a los caballos; los bueyes, a los bueyes; y los leones, a los leones. Es decir, siempre con una forma equivalente a la figura que posee cada uno. Por su parte, los etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros; los tracios, que tienen los ojos azules y el cabello rojizo>.


Aunque de forma atenuada, se pueden encontrar huellas de un planteamiento antropomórfico en muchos pensadores de la filosofía griega. La física de Aristóteles, por ejemplo, profundamente caracterizada por el finalismo, acababa humanizando el comportamiento de la materia y formulando máximas semejantes a ésta: <La naturaleza no hace nada en vano>; la naturaleza <siente horror> del vacío; la gravitación es el <deseo> de los elementos de volver a su lugar natural (--> Plenum/Vacuum).


Aceptado por el pensamiento mágico (en especial durante el Renacimiento), el principio antropomórfico fue combatido por la ciencia moderna, que vio en éste el mayor obstáculo para establecer una relación correcta (objetiva, imparcial) con el mundo natural. La psicologización de los fenómenos, efectivamente, impide analizar la naturaleza como un mundo en sí, regido por sus propios principios (juxta propria principia) y explicable sólo según éstos.


En época moderna, la crítica al antropomorfismo religioso desempeñó una función importante en la filosofía de L. Feuerbach (1804-1872), quien vio en él una prueba definitiva del origen mundano de los mitos y de la misma idea de Dios, una proyección de las aspiraciones meramente humanas. Dios no es otra cosa que la objetivación (en un nivel de absoluta perfección) de aspiraciones profundamente humanas (bondad, amor, sabiduría infinitas). Cada religión es una forma inconsciente de alienación <(extrañamiento de sí mismo)> a través de la que el hombre y la mujer crean de la nada (de su mente) la idea de una divinidad perfecta, para someterse luego a ésta en la ilusión de resolver así los interminables conflictos que la condición humana plantea.


En la ciencia del s. XX, el antropomorfismo se ha planteado como problema en el seno de la etología (-->). K. Lorenz (Sobre el comportamiento de los animales y del hombre, 1965), siguiendo la línea de Darwin, sostuvo la utilidad de un planteamiento antropomórfico que facilitaría la explicación de los comportamientos animales mediante su comparación con el modelo humano. A este planteamiento se opone, sin embargo, el etólogo holandés N. Tinbergen, para quien no existen elementos objetivos que permitan defender la analogía entre las experiencias subjetivas humanas y las animales. 



TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO