Ir al contenido principal

Asesorías Filosóficas Personalizadas

Mostrar más

ESCALA DE LOS SERES




Durante todo el s. XVIII la filosofía de la naturaleza estuvo dominada por el esquema de la escala (o cadena) de origen medieval. Según este modelo, de evidente derivación metafísica, la naturaleza está formada por una sucesión ordenada de seres: las especies del mundo mineral, vegetal y animal se disponen como peldaños progresivos. En la base están situados los cuatro elementos (-->), es decir, la tierra, el aire, el agua y el fuego; siguen los grandes reinos vegetal y animal, luego el hombre y la mujer y, finalmente, para las mentalidades religiosas, un número variable de inteligencias angélicas. El marcado acento sobre la continuidad, según la máxima natura non facit saltus, sugería además la existencia de un número infinito de estadios intermedios entre los distintos <reinos de la naturaleza> e incluso entre las mismas especies. Como afirmó Leibniz en los Nuevos ensayos sobre el intelecto humano (1765): <Todos los órdenes de los cuerpos naturaleza forman una sola cadena, en la que las distintas clases, como si fuesen anillos, están tan estrechamente unidas entre sí que es imposible determinar el punto en el que acaba una y empieza otra>. Se trata de una concepción finalista, optimista y antropocéntrica (--> Optimismo y Antropocentrismo), típica de quien piensa que Dios (o la naturaleza) ha seguido un solo recorrido en el proceso creativo, pasando gradualmente a niveles cada vez más perfectos hasta culminar en el hombre y la mujer, <síntesis de la creación>. Implica una visión de la naturaleza como espejo del plano divino, gobernada por criterios de plenitud, jerarquía y racionalidad.


Privada de todo componente teológico, esta imagen de la naturaleza se encontraba en la base de las primeras investigaciones científicas entre los ss. XVII y XVIII. La hicieron suya naturalistas y filósofos de todas las tendencias: el empirista Locke, el racionalista Leibniz, el materialista la Mettrie, el enciclopedista Diderot, Rousseau e incluso Kant. La crisis surgió cuando se intentó aplicar este esquema a las investigaciones naturalistas concretas. Efectivamente, se asistió entonces a una proliferación incontrolable del número de peldaños necesarios. Ya la escala propuesta por Leibniz presentaba una jerarquía no de tres, sino de seis etapas (minerales, fósiles, plantas, zoófitos, animales, hombre y mujer): entre el reino mineral y el vegetal estaban los fósiles, que fueron hasta Darwin uno de los más desconcertantes enigmas científicos; entre los vegetales y los animales se descubrieron innumerables <seres intermedios> que participaban de la naturaleza de uno y de otro (los zoófitos, literalmente <plantas animales> como las esponjas y los corales). En 1745, cuando la imagen de la escala natural fue formulada por primera vez en un diagrama por el naturalista suizo C. Bonnet, contemplaba cincuenta y dos niveles (desde los cuatro elementos básicos, tierra, aire, agua y fuego, hasta el hombre y la mujer). Aunque la enorme proliferación de peldaños demostraba la insuficiencia de la escala al mostrar la complejidad de la naturaleza, ésta siguió siendo válida por falta de alternativas hasta la llegada del evolucionismo (-->), que la sustituyó con un cuadro descriptivo en forma de árbol.


TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO

PROFUNDIZACIÓN ESCALA DE LOS SERES