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HIPÓSTASIS






En la filosofía del neoplatonismo, el término hipóstasis designa tres niveles del ser que proceden de Dios mediante el proceso de la emanación.
  • La primera hipóstasis, en el vértice supremo, es Dios mismo: Plotino supera el politeísmo tradicional de la religión grecorromana y subraya con fuerza la unicidad de Dios (el <Uno> es el único sinónimo posible), aceptando, de esta forma, el monoteísmo cristiano. Dios constituye la unidad a partir de la cual todo se genera: de la misma manera que la luz se degrada progresivamente a partir de una fuente, así del Uno proceden varios escalones del ser, progresivamente más alejados del centro y, por tanto, desde un punto de vista ontológico, con una tendencia progresiva dirigida hacia la imperfección.
  • Desde el <Uno-Dios> emana la segunda hipóstasis: el espíritu (intelecto, inteligencia), una noción que la escuela de Plotino declinó de varias formas, al entenderla como la mente o el alma del mundo (-->) y también como una forma de inteligencia en estado puro, una especie de mundo de las ideas platónico (--> Idea Platónica) en que todas las nociones son preexistentes con respecto al (eventual) descubrimiento humano. Es en este nivel del ser donde se encuentran todo el saber humano y todo el conocimiento y todas las verdades posibles, incluidas las que el hombre adquirirá en un futuro lejano. En este estadio se sitúan todas las imágenes de Dios elaboradas por todas las religiones del mundo. La voluntad de Plotino era la de realizar un Olimpo unificado, en el que encontraran una representación todas las formas de lo divino inventadas por todas las religiones: el Zeus griego puede de este modo convivir con el egipcio Osiris y con los dioses orientales de aspecto monstruoso, puesto que todos son simples representaciones, nombres del Dios único y desconocido, un intento humano de describir lo inimaginable.
  • La tercera hipóstasis designa el nivel del alma, el <principio de la vida eterna y espiritual presente en cada individuo humano> (no en las plantas ni en los animales). 

Plotino sintetizó su doctrina recurriendo a la metáfora de la luz (recuperada después por san Agustín): <Dios, la primera hipóstasis, se puede representar como una fuente de luz eterna e inagotable; la segunda, como la luminosidad que sale de ella; y la tercera, como la zona de penumbra que separa el haz de luz de las tinieblas. De hecho, el alma humana presenta dos tendencias: una dirigida hacia lo alto y a la luz, hacia la contemplación del Espíritu y del Uno, y otra dirigida hacia lo bajo, hacia el cuerpo y la materia del mundo>.

Con el <alma> termina la escala de los seres: el mundo de la materia, representado por las tinieblas, es un no-ser (así como las tinieblas son ausencia de luz). La materia, que contiene el mal y la imperfección, no posee propia existencia, es como la oscuridad con respecto a la luz: una condición de ausencia. Plotino afirma un concepto que después repetirán todas las formas del idealismo filosófico: las sensaciones, los fenómenos y la materia sólo existen en el alma que los genera. Por tanto, <el hombre o mujer está entre el ser y el no-ser>: aunque su corporeidad pertenezca completamente al mundo ilusorio de las cosas, su alma puede, si lo desea con fuerza, prescindir de la materia e iniciar un proceso de regreso hacia Dios.





TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO